Desde antaño existieron las discusiones entre padres con sus hijos. Hoy por hoy, ese tipo de pleito familiar no sorprende tanto. A principios del siglo 20 era casi imposible discutirle a la autoridad paterna. Sin embargo ese no fue el caso de Liborio. Criado en cuna oligárquica, formándose en ámbito de culto hacia las costumbres y el protocolo del poder, Liborio enfrentó su destino: no quiso ser un típico “caballero” de esos años del Centenario de la Revolución de Mayo. Se animó y eligió un camino distinto. Así fue que rompió con una religiosa y aristocratizante educación y se enfrentó a la autoridad familiar, su padre, el general del Ejército y quien sería el segundo presidente de la Década Infame de los años 30 argentinos, Agustín P. Justo.
Justo llegó a ser jefe de Estado gracias a un fuerte fraude electoral. Esas trampas tenían dos hombres fuertes: por un lado el militar que derrocó al gobierno radical, José Félix Uriburu, fanático de las costumbres francesas y las chicas jovencitas del Jockey Club. Por el otro, al padre de Liborio, hombre de alianzas con la burguesía agroexportadora.
Dicen que Liborio dejó la gran casa paterna tras una fuerte discusión con su padre. El detonante fue el frac que Justo se aprestaba a lucir para presenciar el fusilamiento del llamado Enemigo Público de esos años 30; el anarquista Severino Di Giovanni. Liborio defendía la causa del anarquista asesinado, sentía propias las ideas y cambios generados por la primera Revolución Socialista y había participado en la Reforma Universitaria en contra de lo que decía su padre.
Cuando Liborio cumplió 30 años, la relación con papá Agustín se rajó del todo. El ahora militante no soportó el nombramiento que su propio progenitor le daba a Federico Martínez de Hoz como gobernador de la provincia de Buenos Aires. Vaya coincidencia familiar e histórica; Federico era el abuelo de quien sería ministro de Economía de la peor dictadura militar argentina tras el golpe 1976; José Martínez de Hoz.
El de tal palo tal astilla nunca reinó en la casa de los Justos. Agustín castigó a Liborio, cuando tildó de “chirinada” al golpe militar de Uriburu. Su hijo estaba dolido porque sabía que su padre era una pieza clave en esa dictadura. Más odiaba Liborio que su progenitor hurgara en su habitación, en sus libros.
- Hijo, usted debe brindarle todo a su padre, porque él será un gran Presidente.
- Padre, nada es bueno cuando la cobardía y la trampa mandan… dicen que le contestó el hijo al padre y fue las últimas palabras que cruzaron.
Liborio tenía razón. Sin fraude, su padre jamás llegaría a ser primer mandatario. Ayudó la abstención de la Unión Cívica Radical (UCR).
La bronca de Liborio hacia la figura paterna era algo más que un simple odio familiar. De chico se enojaba cuando sus padres maltrataban a los tantos empleados domésticos que habitaban la casa. Cerca de sus 31 años de edad, su padre fue electo Presidente de la Nación. Su mandato fue hasta 1938. En esos años, Liborio comenzó a militar
en el Partido Comunista argentino. Dos años después fundó la Liga Obrera Revolucionaria que sentaría las bases del trotskismo en la Argentina.
Una vez fue detenido por protestar contra la política del gobierno de su padre, que basaba su poder en trípode de poder: fraude electoral, intervención a las provincias de gestión radical y violencia política, como fue el asesinato del senador elector Enzo Bordabehere, mano derecha del legislador Lisandro de la Torre, quien investigaba negocios entre el Gobierno y el monopolio de la carne.
La relación con su padre Agustín era inexistente. Liborio nunca comprendió del todo como ese hombre, que le había inculcado el amor por la historia, que había sido un hombre de la democracia reciente a partir de 1916, ahora fundaba su gestión en relaciones carnales con Inglaterra. El día que explotó Liborio, -que ahora se hacia llamar Quebracho porque así entendía que revindicaba a los aborígenes asesinados en la llamada Conquista del Desierto de Julio Roca, y vaya paradoja el hijo del asesino era el vicepresidente de su padre- fue cuando la Argentina recibió al presidente de los Estados Unidos de ese entonces, Franklin Roosevelt. El lugar fue la Cámara de Diputados de la Nación. El año 1936; y Liborio gritó desde las gradas “abajo el imperialismo”.
Los años se sucedieron; la Década Infame terminó, y sin saberlo engendró de algún modo a lo que sería el peronismo. Vinieron los odios, las proscripciones, más golpes militares, la peor dictadura, la muerte, una guerra, el retorno de la democracia. Quebracho Liborio lo vio todo. Vivió hasta los 101 años. Murió en la más extrema soledad, -cerca de la asunción del cuarto Presidente votado desde 1983, Néstor Kirchner sin antes decirle al cronista de la revista La Marea, número dos, página 32 “Conversando con Liborio Justo”:
“La relación con mi padre no daba para más. Sólo un camino me quedaba: irme de mi casa y ponerme frente a la sociedad que me oprimía y contra la que yo ardía en deseos de iniciar el combate. Abandonando mi casa, hubiera perdido la posibilidad que tenía en ella de seguir estudiando, meditando y desarrollando mi personalidad, pero no podía vivir en una farsa. Entendí luego la causa del peronismo, y nosé si es verdad que ese grupo de la peor izquierda, denominado Quebracho, tiene que ver con mi apodo”.
Justo llegó a ser jefe de Estado gracias a un fuerte fraude electoral. Esas trampas tenían dos hombres fuertes: por un lado el militar que derrocó al gobierno radical, José Félix Uriburu, fanático de las costumbres francesas y las chicas jovencitas del Jockey Club. Por el otro, al padre de Liborio, hombre de alianzas con la burguesía agroexportadora.
Dicen que Liborio dejó la gran casa paterna tras una fuerte discusión con su padre. El detonante fue el frac que Justo se aprestaba a lucir para presenciar el fusilamiento del llamado Enemigo Público de esos años 30; el anarquista Severino Di Giovanni. Liborio defendía la causa del anarquista asesinado, sentía propias las ideas y cambios generados por la primera Revolución Socialista y había participado en la Reforma Universitaria en contra de lo que decía su padre.
Cuando Liborio cumplió 30 años, la relación con papá Agustín se rajó del todo. El ahora militante no soportó el nombramiento que su propio progenitor le daba a Federico Martínez de Hoz como gobernador de la provincia de Buenos Aires. Vaya coincidencia familiar e histórica; Federico era el abuelo de quien sería ministro de Economía de la peor dictadura militar argentina tras el golpe 1976; José Martínez de Hoz.
El de tal palo tal astilla nunca reinó en la casa de los Justos. Agustín castigó a Liborio, cuando tildó de “chirinada” al golpe militar de Uriburu. Su hijo estaba dolido porque sabía que su padre era una pieza clave en esa dictadura. Más odiaba Liborio que su progenitor hurgara en su habitación, en sus libros.
- Hijo, usted debe brindarle todo a su padre, porque él será un gran Presidente.
- Padre, nada es bueno cuando la cobardía y la trampa mandan… dicen que le contestó el hijo al padre y fue las últimas palabras que cruzaron.
Liborio tenía razón. Sin fraude, su padre jamás llegaría a ser primer mandatario. Ayudó la abstención de la Unión Cívica Radical (UCR).
La bronca de Liborio hacia la figura paterna era algo más que un simple odio familiar. De chico se enojaba cuando sus padres maltrataban a los tantos empleados domésticos que habitaban la casa. Cerca de sus 31 años de edad, su padre fue electo Presidente de la Nación. Su mandato fue hasta 1938. En esos años, Liborio comenzó a militar
en el Partido Comunista argentino. Dos años después fundó la Liga Obrera Revolucionaria que sentaría las bases del trotskismo en la Argentina.
Una vez fue detenido por protestar contra la política del gobierno de su padre, que basaba su poder en trípode de poder: fraude electoral, intervención a las provincias de gestión radical y violencia política, como fue el asesinato del senador elector Enzo Bordabehere, mano derecha del legislador Lisandro de la Torre, quien investigaba negocios entre el Gobierno y el monopolio de la carne.
La relación con su padre Agustín era inexistente. Liborio nunca comprendió del todo como ese hombre, que le había inculcado el amor por la historia, que había sido un hombre de la democracia reciente a partir de 1916, ahora fundaba su gestión en relaciones carnales con Inglaterra. El día que explotó Liborio, -que ahora se hacia llamar Quebracho porque así entendía que revindicaba a los aborígenes asesinados en la llamada Conquista del Desierto de Julio Roca, y vaya paradoja el hijo del asesino era el vicepresidente de su padre- fue cuando la Argentina recibió al presidente de los Estados Unidos de ese entonces, Franklin Roosevelt. El lugar fue la Cámara de Diputados de la Nación. El año 1936; y Liborio gritó desde las gradas “abajo el imperialismo”.
Los años se sucedieron; la Década Infame terminó, y sin saberlo engendró de algún modo a lo que sería el peronismo. Vinieron los odios, las proscripciones, más golpes militares, la peor dictadura, la muerte, una guerra, el retorno de la democracia. Quebracho Liborio lo vio todo. Vivió hasta los 101 años. Murió en la más extrema soledad, -cerca de la asunción del cuarto Presidente votado desde 1983, Néstor Kirchner sin antes decirle al cronista de la revista La Marea, número dos, página 32 “Conversando con Liborio Justo”:
“La relación con mi padre no daba para más. Sólo un camino me quedaba: irme de mi casa y ponerme frente a la sociedad que me oprimía y contra la que yo ardía en deseos de iniciar el combate. Abandonando mi casa, hubiera perdido la posibilidad que tenía en ella de seguir estudiando, meditando y desarrollando mi personalidad, pero no podía vivir en una farsa. Entendí luego la causa del peronismo, y nosé si es verdad que ese grupo de la peor izquierda, denominado Quebracho, tiene que ver con mi apodo”.
27 comentarios:
muy bien expuesto el apunte. no tenía idea de esto
Buenísimo. Además de ser una historia muy interesante, me causa una muy fuerte impresión.
Es terrible cuando las ideas de uno colisionan con los afectos y cuando los afectos sucumben en ese enfrentamiento. Defenderse desde la razón es meritorio, cuando se involucran sentimientos, seguir siendo coherente es heroico y se necesita valor.
q buen texto!
me hizo acordar a la historia del che guevara, digo, por lo de nacer en cuna aristócrata y luego irse a hacer la revolución.
Los quebarchos actuales, ssí, se llaman Quebracho por esta historia que contás...
Esta bueno el texto, porque recorres a través de una figura casi toda la historia contemporánea argentina.
Es terrible ver como el país se desangró entre conceptos opuestos:
unitarios contra federales, radicales contra conservadores, peronistas contra antiperonistas, el pueblo contra los militares, pobres contra ricos.
¿podremos salir alguna vez de estos antagonismos??
¡que linda historia, pasional¡, que nombre el de Liborio, lástima que murió tan joven. Alguna vez leí algo sobre él. Saludos Doc 9¡¡¡ placer descubrirlo, no sabia que un abogado podia escribir sencillo... y yo tambien conoci un represor, pero no celador, sino vecino, represor de Bordaberry en Uruguay
HOLA !
Así es... somos apuntes =D
Y bueno... la verdad no sabía de lo que comentas.
Creo que todo viene de la razón que no ha llegado a ser bien usada... no se
El eterno problema padre e hijo la neta mientras no se llegue a golpes todo esta bien
siempre es bueno que un anónimo deje de serlo, a mi eso me paso leyendo tu post. Excelente!
Besos
Mi mayor alegria es esta, de los cibernéticos que apuntan en mi Apunte, que con tanto amor hago, desde que Danielita me abrió al mundo blogger. Liborio fue todo un personaje. Con los años, y más él que vivió hasta los 101, comprendio las circunstancias de su padre, un personaje no muy agraciado de la historia argentina. Abrazo grande y bienvenida Cecidecye, gracias por lo que decis, igual oara Evil, ADN -como siempre presente- Ramiro, 11, Dani, analia y DEB
Hola Doc!
Me encanto este post. No sabía la historia. Siempre creí que era poco probable que alguien desprecie a tal punto la ideología en la cual se crió.
Saludos!
EXCELENTE ESCRITO.
AUNQUE CONOZCO UN POCO LA HISTORIA ARGENTINA, (MÀS LO QUE VIVÌ, DE LOS SESENTA A HOY), NO CONOCÌA ESTA HISTORIA.
ESO SI
LOS NOMBRES DE LAS "FIGURAS PRINCIPALES" DE ESE TIEMPO LOS TENGO POR CONOCIDOS.
EN FORMA CONCISA PERO PRECISA ENNUMERAS LOS HECHOS DE UNA MANERA MUY CLARA.
CREO QUE LIBORIO JUSTO ATÒ SU DESTINO A SU PENSAR Y ESO LO HACE DIGNO.
COMO DECIMOS EN EL BARRIO:
"MORIR CON LA DE UNO"
QUE ESTÈS BIEN!
ADAL
MUCHAS GRACIAS!!!
Me alegra encontrar un blog así, te seguiré visitando!
Bienvenidos, gracias Vertigo, es verdad, no fue muy difundida la historia de Liborio. Quiza porque él mismo no quiso, era un hombre especial. Tampoco quiso saber mucho cuando gente de Perón fines de los 40 lo fue a busca. Y eso que Perón fue consecuencioa de la Década Infame en la que fue figura estelar el padre de Liborio. Abrazo grande
Q historia! siempre ando por blogs de futbol pero me encanto poder ver uno que salga de lo comun, que presente temas de este calibre!
me gustaria poder enlazarte, si estas de acuerdo dejame un comentario aprobando la idea!
Abrazo de gol...
www.tremendamentemotivados.blogspot.com
Ruben
Como te dije personalmente el sábado muy buena la historia y bien puesta la definición de "oligarquía" para esos que entineden como oligarca a aquel que tiene plata cuando en realidad no es así.
PD: La pelea entre padre e hijo habrá sido por el nombre que le puso cuando nació? Mira que hay que ser hijo de puta para ponerle a tu hijo Liborio...
PD 2: A ver si cumplis tu palabra y pones el apunte del "San Tito de la baogacía" JAJAJAJA!!!!
PD3: La verdad que si los de Quebracho se pusieron así por el seudónimo de Liborio este se levantaría y los cagaría a tiros por caraduras...
Atila el uno
JUSTO EN ESTE MOMNETO EN QUE MI HIJO SE RECUPERA ME ENCANTA LEER ESTO..NO SE QUE RELACION HAY POERO BUENO...SERRA LA EUFORIA POR SU MEJORÍA...
Vaya! La verdad que de la historia de Argentina sabía lo justo, pero debo decir que me encantó averiguar todo esto, especialmente el papel de Liborio "Quebracho".
Dejó todas las comodidades que tenía para pelear por unos ideales. Hoy día se nos llena la boca con esa palabra, mientras estamos sentados comodamente ante nuestra televisión de plasma. Es grande recordar lo que hicieron algunos para facilitar nuestra existencia de hoy.
Un saludo
Hola Doc, pero que serio se me puso...
Muy buen posteo. Gracias por desasnarme.
Besitos, como siempre.
Adelante Acertijo, donde puede ser útil mejor. Trato de pensar cosas nuevas, y personas como ustedes me motivan, mucho. Lo que comenzo como un juego en fines de octubre, tras la explicacion de Danielita, mi mentora, fue puliendo buscando un sentio al que ustedes aportando. Que seria de un actor sin la aprobación de su público?, nada. Fuerza Iluso, con el Ilusito reciente, verdad?. y Woman, soy una cajita de sopresas, jaja, pero a historia de Liborio la caeria compartir.
Te agradezco la visita a mi blog, doc 9.
Es un placer acercarme a tu país, aunque sea simplemente por medio de tu blog. En Argentina pasé 23 días inolvidables, un país que ya amaba por su literatura antes de visitarlo.
Saludos.
Les doy una primicia: hay alguien haciendo un libro sobre la vida de Liborio Justo. Y, como bien apunta el doc, el tipo murió grande, no murió joven como alguien erróneamente cree por ahí. Un abrazo
esto q lei me refuerza mi pensamiento de saber q uno puede vivir con ideas propias, singulares y altruistas más alla del entorno,los mandatos,las conveniencias,y a quien nos debemos enfrentar.
beso
muy interesante....
gracias por pasar por mi blog :)
un beso
Que dato el de Peralta; hay que esperar se libro ansiosamente. Gracias Dispersa, como siempre, Luis también. Abrazo de gol. Lástima que Liborio murió llevandose tantos secretos tantas historias. Cuanto habra visto desde sus 101 años, cuanto
Muy buenooooo!! muy bueno!!Que rica es la historia Argentina,y que loca!!!
que historia tan particular; y eso que en politica los parentezcos no cambian, los hijos de Alfonsin son políticos, igual destino los Bush, o los hermanos Castro en Cuba, no sabia bien de este cambio tan importante, como se jug{ó Liborio.
Me ha parecido muy interesante.
Un beso, Doc.
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