15/6/13

Rojo...querido


Mi abuelo, el Negro Vidal, dirigente sindical de otros tiempos, aún mucho antes que aparezca el peronismo y el día -17/10/1945- que cambió el curso de la historia, era hincha de Independiente de Avellaneda. Raro, porque el Negro era oriundo de Quilmes y vivía cerca del viejo estadio cervecero de Guido y Sarmiento. Pero al abuelo le gustaba ver buen fútbol, ese que no lastima los ojos. Eran los momentos de un Grillo, un Nito Veiga, De la Mata, el arquero Santoro, Bertoni, del Bocha y Burru, veinte años de décadas doradas entre los 60 y 80 para el Rojo.
Hay realidades que no cambian. Independiente, actualmente con sus 85.000 socios, figura entre los diez clubes con más socios del mundo. Además, es el club pionero en institución deportiva en crear establecimientos extradeportivos para la educación, iniciativa que tomaría poco después River Plate. Cuenta con un jardín de infantes, una escuela primaria y una escuela secundaria de muy buen nivel.
Tengo amigos del Rojo, conocidos, muchos, muchísimos. Resumo en mi amigo Diego -sin que nadie se ponga celoso de los tantos rojos que conozco, a quien ví por primera vez en enero el año 1984, en la Colonia del Ateneo del Sagrado Corazón, todo vestido de jugador de Independiente. Eran los tiempos del Rey de Copas vencedor comandados por Pastoriza (quien había sido jugador y DT de Racing), un equipo antecesor de la victoria sobre los ingleses  -Liverpool-, previo al Mundial de dos años después, el de lo goles maradonianos en México frente a Inglaterra; y a solo dos años de la Guerra de Malvinas,
Diego y su "Rojo". Amor incondicional. En las buenas y en las malas.
A esa edad, entre los 6 y los 7, a mi no me gustaba el fútbol. Pero a Diego, que estaba por cumplir 8 sí y a los cuatro vientos, quien quiera oir que oiga, sentenciaba ante quien preguntaba cual era su pasión: "Yo soy de Independiente, el campeón". Independiente por sus colores, rojo anarquista en tiempos de capitalismo inminente y oligarquías poderosas tras las guerras civiles de flamantes naciones. Hoy en el cementerio de Recoleta aún luce una placa en la tumba del represor de los años 20 y 30, Ramón Falcón, ajusticiado por un anarquista: Al gran comisario, el Racing Footbal Club. Por eso Independiente es Rojo, porque fue y es revolucionario.
Boca aún no tiene un colegio secundario. Es el de mayor hinchada, sí, pero ahora es el club de los ricos. No piensa en la educación de sus futuros hinchas. Traicionó el lugar que eligió en la historia. Los hombres pasan y ya pasará Angelici, su actual mal presidente, en un este campeonato que Boca puede terminar último y con Bianchi.
El Rojo de mi abuelo, de Diego, de tantos hinchas es según encuestas mayoritarias, oficialistas y no en tiempos crispados, con su 4,8%, detrás de un 41,5% para Boca Juniors y un 31,8% para River Plate, la tercera porción de cantidad de hinchas, superando ampliamente a San Lorenzo y a su histórico rival, Racing. Eso lo convierte en el tercer equipo con más fieles a lo largo y ancho de la Argentina.
Porque El Rojo es el máximo campeón de la Copa Libertadores de América, obteniéndola 7 veces (1964, 1965, 1972, 1973, 1974, 1975 y 1984) y vencedor de todas las finales que jugó (siete en total) de esa Copa, sin recurrir a los penales.
En fin; yo soy de Boca por lugar -vivir a 7 cuadras de La Bombonera genera eso- y simpatizo con Quilmes por historia paterna y familiar. Fui fanático en una época y ahora no. Me gusta el fútbol solo para compartir un momento con gente que quiero, trato de aprender cada día, de disfrutarlo, de ir a la cancha cada tanto.
Mis respetos a los hinchas del club Independiente, al margen del las cargas de ocasión, del chiquitaje futbolero. Hay una máxima que suelo utilizar en épocas feas: La mayoría de los problemas se resuelven solos. Y en fútbol, -porque es eso, solo fútbol, ni la muerte ni la enfermedad de nadie-  también. Alcanza con ver a River; quien descendió en 2011 y ahora puede salir campeón del fútbol de la Primera A copando todos los estadios argentinos.
Todo pasa. Siempre que llovió, paró. Club Atlético Independiente, El Rojo, como su origen anarquista y luchador, libre de los poderes de turno.  El Rey de Copas. El equipo de mi abuelo, de Diego y tantos amigos que hoy podrán estar triste y al ser el tiempo un buen ordenador, mañana estarán contentos otra vez.
Abrazo de gol, de un ruin simpatizante de Boca Juniors; un respetador de los verdaderos hinchas de fútbol.

Doc9

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2/6/13

Ulises Grandt y el legado de un hombre del Sur

A poco de terminar la Guerra Civil en los Estados Unidos, dijo el general estadounidense Ulises Grandt, "nuestro país tiene que imitar a Inglaterra en lo que hace y no en lo que predica".


Los países del mundo conviven en un sistema internacional. Se relacionan, negocian a través de relaciones internacionales digitadas al compás de costo y beneficio, es decir lo más conveniente para sus pueblos. Lo hacen mediante sus Estados con las políticas que tomen sus Gobiernos elegidos por por sus habitantes.
Los países al igual que las personas no negocian en igualdad de condiciones. Están los Estados fuertes y los Estados débiles; los Estados que subordinan a otros y lo quienes son insubordinados.
Se conocen como Estados del centro -del poder, de donde se definen las grandes situaciones del mundo y los Estados periféricos, es decir lo que se quedan afuera de las grandes decisiones.
¿Quienes son los países poderosos y que han realizado para estar en el centro? son Japón, Alemania, Inglaterra, Estados Unidos, China, India, Rusia, por citar algunos y tienen ese lugar porque han logrado lo que se conoce "umbral de poder" que poseer un pensamiento nacional propio, una identidad querida, un autoestima alto, un pueblo honrado que trabaja por elegir los mejores gobiernos que administrarán su Estado, el cual impulsará un fuerte proteccionismo económico, una fuerte y propia industria.
¿Quienes son los países periféricos, es decir los que están afuera del poder? quienes no se conocen, no tienen una identidad definida, carecen de una industria, tienen un pueblo de baja autoestima, indiferente, embrutecido y distraído que elige los peores dirigentes que corrompen el Estado, apoyan al librecambio económico, no dejan que el Estado intervenga la economía sino que aceptan las reglas del mercado y sus centros internacionales que juega a favor de los intereses de los países poderosos en desmedro de los propios.
¿Puede un país triste y periférico alcanzar el umbral de su poder, insubordinarse al poder de los otros y convertirse un país del centro de las grandes decisiones que se toman en el mundo? si se puede. Inglaterra fue el primer Estado en hacerlo en tiempos del reinado de Isabel I en 1600, de impulsar una industria mediante una insubordinación ideológica o batalla cultural. Que no era como decía el economista Adam Smith puertas afuera que el secreto era el librecambio, sino que se trababa de encarar el proteccionismo. En américa, fueron los Estados Unidos cuando Alexander Hamilton, por entonces secretario del Tesoro de George Washington recientemente elegido primer presidente, en 1776, sugirió crear una industria propia, quererse, conocerse y ser. Le costó sangre, sudor y lágrimas a Estados Unidos esta insubordinación hasta llegar a una guerra civil cuando a fines de 1870 el Norte Industrial venció al Sur esclavista y proveedor únicamente de materias primas para comer.
Como dijera el general estadounidense Ulises Grandt, durante la guerra de Secesión, que su país tenía que imitar a Inglaterra en lo que hace y no en lo que predica.
La Argentina estuvo cerca de insubordinarse. De ser. No lo logró cuando en 1852 el argentino Justo José de Urquiza, quien habría cobrado un dineral inglés por atacar al entonces líder nacional, el bonaerense Juan Manuel de Rosas, apoyado por miles de brasileros, escoltado por compatriotas distraídos o comprados, ello digitado por Inglaterra. No es que los ingleses son malos. La lógica de la economía es  negociar en costo/beneficio e impedir la competencia. Ni Inglaterra ni los Estados Unidos querrán otro país competidor. La segunda posibilidad de ser un estado del centro e insubordinado al poder fue a fines de la Segunda Guerra Mundial, en la cual, los Estados Unidos se convertían en los campeones del mundo al vencer a la Alemania nazi y destrozado el Japón mediante dos bombas atómicas que advertían al otro estado poderosos, la ex URSS, de lo que Estados Unidos sería capaz de hacer por defender su umbral de poder.
Guerra fría -indirectos conflictos bélicos entre los dos grandes EEUU y la ex URSS- revoluciones en los estados periféricos -Fidel Castro solamente podía vencer al dictador Fulgencio Batista si contaba con el apoyo o indiferencia de los Estados Unidos, lo que no sucedió en Chile con la victoria de Salvador Allende, inducido al suicidio por el dictador pro inglés Augusto Pinochet, en el marco de la Doctrina de la Seguridad Nacional en toda américa que propuso el gobierno estadounidense despertando las peores dictaduras militares.
Es difícil resumir y explicar en breves párrafos apuntados las relaciones internacionales en el mundo entre los Estados del centro y los Estados periféricos, los subordinados y los insubordinados ideológicamente.
Es difícil explicar estos 30 años de democracia ininterrumpida, del fracaso del bipartidismo ente radicales y peronistas, los dos partidos mayoritarios y populares de la Argentina.
En ese contexto mundial de la guerra fría y el poderío exclusivo de los Estados Unidos, país en el cual operaban las empresas multinacionales voceras de políticas neoliberales contra los Estados fuertes que quieran poseer un umbral de poder que les facilite el manejo de las relaciones internacionales, en 1976 se instaló en la Argentina una dictadura cívico/militar que engendró un modelo de destrucción, vaciamiento institucionales, económico y político del que aún la Argentina no logra salir. Se instaló una maquinaria asesina que asesinó a quienes serían los mejores cuadros dirigenciales. Se hundió el Estado, se bajo el autoestima a un pueblo; surge el país del "no te metas"; "la política es una mierda, son todos chorros". Un trabajo elaborado con el aval y a favor de los Estados del centro que no quieren y menos un país con tanto potencial como la Argentina, se insubordinen y comiencen a formar parte de las decisiones del mundo.
Para ello, contaron con el apoyo de hombres y mujeres argentinas, que traicionaron su mandato y la bandera y se vendieron al mejor postor, empeñando su dignidad hacia la historia. Resumen en esa línea a estos argentinos, Carlos Menem, porque se necesitó de un peronismo traidor terminar con la la tarea de muerte de la dictadura en pos de fundir al país y cientos de periodistas, comunicadores hoy resumidos en la piel de Jorge Lanata, un comunicados narcista y mercenario que ataca lo que antes defendía.
Ese modelo instalado en 1976 explosionó en 2001 con la caía del traidor a la causa nacional de ser un Estado centro, del radical Fernando de la Rúa.
La vieja política, engendrada tras las bombas de 1955, mejorada por la censura al peronismo por casi dos décadas, la muerte de Perón, la dictadura en 1976, la llegada y fracaso de la democracia en 1983 a 2001 con los presidentes Raúl Alfonsín, Carlos Menem y De la Rúa, derivó en un gobernador de una provincia lejana de los entretelones porteños....Néstor Kirchner.
Un estilo diferente desde los actos políticos a la birome con la que solía firmar los actos administrativos -mocasines, traje cruzad,  podrían demostrar que no hubo otro como él en la Casa Rosada. Pero esa vidriera, atractiva y sorprendente, fue la invitación a un interior profundo con el que se abrió el siglo nuevo en la Argentina.
Humanizar una gestión de Gobierno después de padecer durante demasiado tiempo lo contrario. Simplemente Kirchner se dejó ver y fue comenzando a ser Néstor. Así arrancó ese mismo 25 de mayo de 2003 al asumir la primera magistratura, jugando como un chico desde el estrado de la Asamblea Legislativa con el bastón de mando.
Eso sólo habría bastado para comprender que con él llegaba un Presidente que las nuevas generaciones comenzarían a mirar sin indiferencia.
Era el nuevo Presidente de un país rico que había sido mal gobernado, de un país periférico que lo tiene todo para ser insubordinado del poder.
“Me sumé a las luchas políticas creyendo en valores y convicciones a los que no pienso dejar en las puertas de la Casa Rosada”, dijo en su discurso de asunción.
“Vengo a proponerles -definió- un sueño que es el de volver a tener una Argentina con todos y para todos. Que recordemos los sueños de nuestros patriotas fundadores y de nuestros abuelos inmigrantes y pioneros, de nuestra generación que puso todo y dejó todo pensando en un país de iguales”.
Llegar con poco más del 22 por ciento de los votos por deserción de su oponente -Menem-que rehusó afrontar la categórica derrota que le aguardaba en el balotaje, lo empujaba a ganar credibilidad y, al mismo tiempo, construir poder en un momento muy difícil para la Argentina.
Kirchner tomó el Estado como herramienta reparadora de las desigualdades de clases con dos objetivos: la recuperación del trabajo y el pleno empleo.
“Antes de Kirchner, era la noche. Yo recuerdo a la Argentina arrodillada”, dijo su amigo, el líder fallecido recientemente, ex presidente de Venezuela, Hugo Chávez, en la tarea de construir una gran unión sudamericana de las naciones. Con Kirchner se encendió la llama contra todo ataque a la democracia americana.
“No nos van a patotear”, le dijo en la cara George Bush en Mar del Plata cuando Washington intentó imponer el ALCA. Una definición coherente con la ayuda a la Cuba de Fidel Castro, al acuerdo con Lula en Brasil, al impulso al triunfo de Tabaré y después de Mujica en Uruguay; la misma línea seguida como secretario de la Unasur, cuando organizó la solidaridad con Ecuador frente a intento golpista contra Rafael Correa y también como mediador de paz en Colombia y promotor de la defensa de Evo Morales contra la derecha racista boliviana.
En los primeros meses de su Gobierno reorientó a las Fuerzas Armadas, dignificó promoviendo la renovación de la Corte Suprema de Justicia, abrió las puertas del Gobierno a las Madres de Plaza de Mayo y puso fin a las leyes de la impunidad, que habían sido derogadas en el 2000.
Pero con su determinación de anularlas y el apoyo de ambas Cámaras el Congreso puso fin a los efectos benéficos para represores criminales de esas normas del tiempo de Raúl Alfonsín, lo cual abrió definitivamente los juicios que transcurren en la actualidad.
Dice el maestro americano  Eduardo Galeano que hay fuegos humanos que son difíciles de apagar porque arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear.Lo dijo con motivo de la muerte del ex Presidente en 2010. Ese fuego ilumina hoy el camino de miles y miles de jóvenes y calentó la última Plaza de Mayo el pasado 25 del mes histórico en el año del Bicentenario de la Asamblea General Constituyente 1813.

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