25/2/08

Las chicas porteñas son más caraculicas


Una vez que Danielita dio el okey, el Apuntes del Doc 9 comenzó a tomar forma. “Y además, podes dar a conocer tu propia encuesta”, me dijo Dani con su particular estilo. No lo dudé. Siempre quise poder testear un interrogante que abraza por igual tanto al género femenino como masculino: Tema: las mujeres – ¡que novedad¡- y una pregunta peculiar: ¿Son las mujeres porteñas las más caraculicas?.. esas hermosuras que caminan por las calles de la ciudad de Buenos Aires, -ciudad que oficia de capital federal de la Argentina-, bellezas que caminan sin mirar a nadie, siempre hacia adelante. Así fue que comandado por la fiel compañera Daniela, esos mismos días antes de las elecciones presidenciales en la Argentina, nació la encuesta que en este día opté por concluir: La bisagra fue una vieja observación personal, en la emblemática Rosario, en la provincia de Santa Fe; allí la mujer radia frescura, como si brotara la felicidad al sentirse mirada. Esta encuesta, que nació junto al Doc 9, dejó un saldo peculiar. Allí se plasma que de 82 votantes, un 51% cree que si, que las porteñas son caraculicas, ósea indiferente y serias a las miradas. ¿Será una situación femenina típica de las grandes metrópolis?, ¿En cuanto influye la mirada inquisidora masculina en ellas? En segundo lugar, quedó el No, le ganan las rosarinas, con un 13%, casi seguido, del famoso No sabe..., con un 11%, superando por escaso margen al Soy gay, miro minos, de 8%.
Quizás sólo sea una percepción de algunos, aquello de que la mujer porteña, o la que transita alguna calle de la Capital Federal, parece encerrada en su mundo…
Por eso chicas, ustedes hacen bien a la vista…sólo se les pide una sonrisa ¡¡



16/2/08

Milico y preceptor


¡Señores, de pie¡¡; saluden a la profesora ¡…el eterno grito del saludo…así era todos los días. Desde la llegada de Teodoro, flamante preceptor de ese cuarto año B, esa aula parecía dejar de pertenecer a un colegio secundario y mutar en un cuartel propio del Ejército o algo con olor militar. Las autoridades habían errado el viscachazo. Obligados a obrar de a puro desde la ida del buenazo de Guille, y de la jubilación de María, el preceptorado recaía en este cincuentón, quien se había forjado en educación castrense y otras yerbas, y para colmo tenía un parecido físico al dictador Jorge Videla que asustaba.
¡Canten el Himno, respeten carajo¡, escupía Teodoro cuando los alumnos de ese cuarto año formaban fila bien temprano a la mañana para iniciar el día de clase. Para esos chicos los alaridos del nuevo preceptor eran una novedad pegajosa y muy distinta al amor que siempre profesaron Guille o María, los antiguos preceptores; porque ser preceptor no es cualquier cosa. Será él o ella quien tenga algo más que ser un empleado propio de la estructura de un colegio secundario; es quien oficia de engranaje en mantener y conservar la disciplina de los alumnos como antesala de los docentes. No hay un manual que explique como ser preceptor de estudiantes de adolescentes. Y en Guille o en María y en Teodoro había marcados dos estilos bien distintos. Unos, desde la comprensión, el otro, desde su forja militarizada. La labor del preceptor proviene de vieja data. Los registros de historia hablan por si solos: La Primera Junta en pleno días de Mayo de 1810, remarcaba el rol de preceptor como “el sacerdote de la conciencia, y el padre en la casa de la virtud”. En ese año 1994, ese del Mundial de Fútbol yanqui, Teodoro marcaba la cancha como nunca. Aunque con el paso del tiempo fue cambiando. Más sínico que nunca o quizá ablandado por estar rodeado de chicos y no de uniformes y armas, Teodoro confesó un día secretos de sus tareas en la última dictadura militar, en la Argentina, de la que aún no habían pasado 20 años. Sabía de centros clandestinos de tortura amparados por ese Estado ilegítimo tras el golpe militar del 76. Desnudó su dolor por el hermano extrañado, asesinado por que él no quiso acatar una orden. Contó que había estado en el buque 33 orientales, ese que tenía presos vip de la política como el Presidente de ese año 94, Carlos Menem, Antonio Cafiero, Lorenzo Miguel entre otros. Juró haber estado en el frente argentino durante la Guerra de Malvinas; dijo que nunca torturo a nadie.
El ¡Señores de pie, saluden¡¡… fue mermando con los meses. Ahora era un “chicos, de pie¡. Parecía que ya no estaba el rígido Teodoro que incluso casi golpea a un estudiante de ese cuarto B, sobrino de desapararecidos del la dictadura militar, que expresaba su furia contra esos milicos asesinos, brutos y cobardes, al acercarse la fecha del golpe del 24 de Marzo. Sin embargo, a muchos chicos no les cerraba ese cambio de actitud del ex militar Teodoro. Y comenzaron a descifrar sus conductas con la profesora de Historia, que había sido años atrás una dura manifestante contra los milicos. Ferviente defensora de los derechos humanos, la Profe Loiacono puso cartas en el asunto.
Un día de noviembre, nos presentaron a Miguel, el nuevo preceptor. Teodoro era historia. Ese día también nos enteramos que Teodoro no era Teodoro; que ese había sido su nombre de guerra durante el genocidio que arrancó en el 76 y terminó en el 83. Que de algún modo se había beneficiado por las leyes de Obediencia Debida y Punto final, pero que era consciente que algún día la Justicia lo buscaría.
Pasaron los años; el crimen paga. Más si son de lesa humanidad; nunca prescriben. A los casi 70 años, descubrí por un colega abogado que Teodoro, arrepentido o no cumple el proceso penal en una cárcel de la provincia de Córdoba a la espera de su Juicio… puede que ese día sea él mismo quien sufra en carne propia: ¡¡ Señores de pie ¡¡...pero ahora, de la voz de los jueces que lo conderarán.

11/2/08

El Pendeviejo


Salió cabizbajo de ese juzgado Civil, aunque había luchado duro por separarse de esa mujer que lo acompañó casi 25 años en un matrimonio que nunca terminó de cerrarle. Que hacer ahora?; como seguía la vida? A los 56 años, Mario sabía que comenzaba de vuelta. Al menos en el amor, en lo sentimental, porque a nivel laboral, la ferretería que comparte con su socio Pablo sigue siendo el número uno del barrio. En tiempos remotos, Mario había sido un gran deportista. Rápidamente comprendió que esa era la vía para volver al “ruedo”. El gimnasio, que queda a dos cuadras de su comercio, era una buena excusa para comenzar. Y así fue. La rutina de Mario era de casa a la ferretería, de la ferretería la gimnasio y del gimnasio devuelta a casa. Así fue por meses. Era un ente que operaba mecánicamente. No salía, no hablaba con nadie. Un día la moneda de Mario dio otra cara; Javier, el profesor de la tarde del gimnasio, le preguntó a Mario que le pasaba, que siempre estaba triste. No es que Javier sea la Madre Teresa, pero la melancolía que emanaba Mario lo obligó a acercarse. Al fin y al cabo, Mario vendía a bajo costo bombitas u otros elementos propios con descuento especial para el gimnasio.
- Estas bien vos?, preguntó Javier, mientras preparaba las bicicletas fijas para que los clientes, entre ellos Mario, puedan ejercitarce.
- Y, más o menos. No pensé que la separación iba a ser tan dura. Y no es que la extraño a ella. Me aburre no salir, no arrancar. Me siento tan viejo a los 56… disparaba Mario.
- Hace una cosa, Marito. Te invito a bailar, con mis amigos y amigas, dale, es gente copada. Te gustará, contestó Javier.
El sí de Mario no se hizo esperar. Al fin y al cabo, Javier y sus amigos no eran unos pendejos, aunque desde sus treinta y pico, la diferencia con Marito se notaba.
Los sábados a la noche se sucedieron. Que boliche en San Telmo, que hoy joda en Quilmes, que la noche de San Isidro. La cosa era siempre igual: Javier, sus amigos, y Mario, -que fue aceptado muy bien por el grupo- a todos lados juntos. Hasta que ese día en el boliche Pinar, corazón bonaerense de la localidad de Ramos, Mario le susurró a Javier lo siguiente:
- Te agradezco Javi, por todo, pero me siento un viejo boludo. Esta es la última salida mia. Todos me miran.
- Que te importa, Marito; que piensen lo que quieran. Vos disfruta, contestó Javier.
De pronto, en un abrir y cerrar de ojos, en otro rincón de Pinar, una chicas muy lindas, de entre 20 a 22 años, encendidas por el alcohol que despierta la noche, se acercaron a Mario.
- Queremos bailar con vos, te estábamos mirando, que onda tenes¡, emanaron a los gritos todas juntas.
A Mario se le infló el pecho. Era un volver a nacer. Ese sábado a la noche, nacía su revancha. Y así fue. Los ojos de Javier y sus amigos fueron testigos de esa escena, casi extraída de una película de Woody Allen. Todas las chicas, encima de Mario, besándolo, mimándolo.
Día lunes, media tarde. Javier esperaba a Mario en el gimnasio. Rareza absoluta, faltazo. Al otro día lo mismo. Así fue toda la semana. Javier, preocupado, se acercó a la ferretería. Tampoco allí estaba Mario.
- No te dijo, Javi?, Mario se fue a hacer una lipo y ayer sacó turno para un implante capilar. Nosé que pasó, pero desde el otro finde, es como si volviera a tener 20 años menos.
Las palabras de Pablo, el socio de Mario, rebotaron en la mirada anodada de Javier. Ese fue el comienzo…pasaron dos años; hay que verlo a Mario, con arito y tatuajes, y su moto en lugar de su viejo VW Gacel 88… Javier contó esta historia. Y en un instante comprendí este diálogo que accidentalmente presencié meses atrás.
- Javi, vos crees que esas chicas, aquella noche de Pinar, me estaban jodiendo, como que yo era el viejito piola, que todavía va a bailar?, preguntó con tono inquisidor Mario a Javier.
- No, Marito, dejate de joder… Harrison Forid y Sean Connery al lado tuyo son un poroto…andaaa¡¡¡

6/2/08

Sin Conflicto, Fútbol Club


Walter cerró la puerta del vestuario rojo de furia. “No le podemos ganar a nadie”, decía una y otra vez. Su equipo de amigos, llamado Jovellanos Fc, acaba de recibir otra derrota, esta vez frente a unos chicos que a penas alcanzaban los 15 años. En ese mismo instante, otro integrante de la paliza reciente, Mato, recibía un pasquín que invitaba a participar de un torneo de fútbol. El clima futbolero alentaba: hacia sólo dos meses que había finalizado el Mundial de Francia del 98, y la Argentina había eliminado a su archirival Inglaterra por penales.
Mato entró decidido al vestuario:.. -miren chicos, nos anotamos en un torneo? disparó, ignorando la furia de todos con si mismos por perder otra vez.
- Vos estas loco, ¿sino le podemos ganar a unos pitufos?, vamos a tirar plata en un torneo?, contestó Walter, que ese día había tenido un partido para el olvido.
- Bueno, el que no quiere, no quiere; yo armo algo y listo, sentenció Mato.
Por lo tanto, el cuadro burbujeante era el siguiente. Jovellanos Fc era el mote de un equipo de amigos, donde precisamente no todos se destacaban futbolísticamente ni mucho menos. Mato, que había sido de muy pequeñito un gran jugador, sabía que estaba para otras cosas. Sólo que se equivocaba al insistir jugar en este equipo donde formaban parte su hermano mayor, Walter, Alejandro, Eduardo y otros… esto del torneo era su revancha.
- Emi, mirá hoy nos cagaron a goles, ya fue. Pero estoy armando un equipo para un Torneo, te prendes?, eso sí, tenes que ser suplente…Su hermano mayor no había jugado ese día; sin embargo, Mato quería desprenderse de los menos competitivos, que sobraban en ese Jovellanos Fc
- Yo, no quiero ser suplente… y jugar un torneo, nosé, creo que estoy para cosas chicas… La alegría de Mato cobraba forma. Tampoco sería de la partida Emi, que tenía la 9 y a veces oficiaba de arquero.
Tumini al arco, Sebastián, Federico, Alejandro, Eduardito, eran algunos de los jugadores/amigos que seleccionó Mato…es que no pudo desprenderse de muchos; algunos seducidos por disputar un torneo, soltaron el si rápido.
Walter, el hermano mayor de Mato, Martin, como otros, quedaron afuera. Justo ellos, que siempre organizaban los partidos de Jovellanos FC para que jugaran todos.
- Y yo no estoy para un torneo, losé. Pero me gustaría. Tampoco lo quiere joder a Mato, soltaba uno en una charla en el bar Undici, días después.
- ¿pero porque no?, pensá, nos corrieron en caliente. Armemos algo… contestaba el otro.
- Tenés razón. Pero a quien llamamos?... ya sé, a los que quedaron afuera y son parte de Jovellanos Fc, y sumamos a los mejores de cada equipo que enfrentamos y perdimos estos años.
- Buenísimo…y tengo el nombre del equipo:..será Sin Conflicto FC; porque acá no habrá peleas ni camarillas…
La cuestión es que este Sin Conflicto FC, finalizó subcampeón de ese torneo 98. El hermano de Mato fue uno de los goleadores y Walter el capitán y actualmente guardián de los trofeos obtenidos, junto a pantaloncitos y medias de premios. El llamado Deportivo Maradona de Mato, pereció en las primeras fechas, sumergido en derrotas y discusiones internas.
Jovellanos FC volvió a unificarse inmediatamente y el recuerdo del Sin Conflicto FC late en estos amigos… sobre todo en Mato, que juega con la “diez” y es uno de los mejores, y que nunca más pensó en dejar afuera a su hermano mayor y amigos…porque como dice el Ángel Gris: “Mejor compartir la derrota con amigos, que el triunfo con extraños”.

1/2/08

Daños y periodistas, por Doc 9


En una de las últimas materias de abogacía tuve que presentar un trabajo denominado la Responsabilidad de los Medios Masivos de Comunicación. El corazón de esa publicación era analizar si el derecho de informar debía o no lesionar otros derechos y si era la Justicia la encargada de controlar a la Prensa. Para ello, cite una frase que dice que “la prensa no es la escalera para asaltar a la familia y su secreto. El que así la emplea prostituye su ejercicio y la degrada más que los tiranos”… fueron palabras de Juan Bautista Alberdi en tiempos en que se desempeñaba como embajador de la Argentina de la Confederación de Justo José de Urquiza. Al investigar para este trabajo me di cuenta que si bien pasaron casi más de ciento cincuenta años de Alberdi, esa misma salida se busca sin éxito en estos 25 años de democracia argentina a partir de su regreso en 1983: es decir, una prensa que en el ejercicio del derecho constitucional de informar no lesione otros derechos.
En un país republicano, los medios de comunicación desempeñan una tarea esencial, teniendo en cuenta la letra de los artículos 14 y 32 de la Constitución Nacional, que establecen que todos los habitantes gozan, entre otros derechos, de publicar sus ideas por la prensa sin censura previa, a la vez que insta al Congreso de la Nación a no dictar leyes que restrinjan la libertad de imprenta. Y entendí que no es que la Constitución Nacional protege a los medios de comunicación, sino que tutela a la libertad de expresión bajo el ala del pensamiento en forma pública, a través de cualquier medio, sea gráfico, radial, televisivo, cinematográfico, telefónico, por interconexión cibernética. Pero, ¿cómo evitar dañar a una persona en el derecho de informar?; ¿cómo introducir límites a la prensa en su accionar sin que ello se traduzca en censura?. Me encontré con un cuadro burbujeante, donde la gran vedette del derecho de informar es la “información” que busca el periodista y hace saber, vía publicación, el medio de comunicación. Que esta se basa en un trípode de poder: informar lo sucedido bajo una explicación de los hechos; el periodista realizar una especie de juicio de valor de lo sucedido y tercero, tener en cuenta que no hay un derecho en los medios para publicar lo que les plazca. La idea es no que colisionen derechos constitucionales, (informar y el honor por ejemplo). Pero comprendí que la dictadura militar del 76 también dejó sus huellas tenidas de retroceso en la esfera de la prensa, víctima de las censuras y “apriete” de los funcionarios castrenses. De esa dictadura surgieron los embriones de un “vale todo” que no fue exenta en la órbita de los medios de comunicación. Con el regreso de la democracia, la baja calidad institucional se hizo notar, y así, la política y la Justicia quedaron preñadas de esos embriones, que dio lugar a el llamado popularmente “cuarto poder”, es decir la prensa. Este modelo sigue funcionando hasta hoy, al compás de los intereses de los dueños de los diarios, es decir los empresarios periodísticos que conocen más de números y negocios que de redacciones.
Sobre esta particular situación y ante la cantidad de daños causados en un abuso del ejercicio del derecho de informar, la Justicia nacional encontró un freno en el fallo Morales Solá. Esa sentencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación incorpora a nuestro derecho la denominada doctrina Real Malicia, que años antes había nacido en la Corte Suprema de los Estados Unidos en el fallo New York Times vs Sullivan, y pasa a convertirse es uno de los puntos que más hacen a la diferencia entre funcionarios públicos o personas con cierta fama o notoriedad en relación a las personas comunes. Su sentido es el siguiente: si por una publicación algún funcionario siente perjudicado su derecho al honor o a la intimidad, debe invertir la carga de la prueba, es decir, no es el periodista quien debe probar la veracidad de la información, sino el propio funcionario demostrar que eran falsas, que el periodista lo sabía y actuó con malicia. Es decir, la Real Malicia no opera frente a personas comunes; a ellos les alcanza acreditar la negligencia de los medios en la publicación de la noticia. Por ende, la protección de los funcionarios o personalidades públicas es menor que la de los ciudadanos comunes.
Nosé, ese trabajo práctico me sirvió para aprobar la materia con buena nota. Más me deja el sabor de compartirlo.
En su momento consulté esta Bibliografía: (Fallos: )
S.A M vs Perspectiva Sur, La Ley 2002, 1450. Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de Quilmes, Sala II
Campillay, Julio c/La Razón y otros
Ponzetti de Balbín c/Editorial Atlántida (ver libros Casos para citas).
E.E c DLG, La Ley 2003-E. Cámara de Apelaciones en lo Civil, Sala G
Y los Libros:
Responsabilidad de los medios masivos de comunicación, Roberto Pizarro, Editorial Hammurabi, 81991)
Instituciones de Derecho Constitucional, Gregorio Badén, Az Editorra, (1996)
Responsabilidad de los medios de prensa, Gabriel A. Stiglitz y Ana Gandolfo de Stiglitz, Editorial Juris (1999)
La responsabilidad civil y el Derecho de Daños, Cordobera Garrido
Responsabilidad de medios de prensa, Eduardo Zannoni y Beatriz Biscaro, Editorial Astrea, (1993)
Responsabilidad por daños, Tomo III, Jorge Mosset Iturraspe, Editorial Rubinzal-Cultoni Editores (1998)
Casos de Responsabilidad Civil de Lidia Carrido Cordobera, Editorial La Ley, 2006