18/4/12

Kuli


Hace siete años Ani decidió volver a sus pagos natales, al área metropolitana de Elche, periferia de Alicante, la capital de la provincia homónima, una de las tres que conforma la Comunidad Valenciana en España. Allá, tenía desde hacia cinco a su hija mayor, que huyó de las garras de la crisis de 2001 que azotó al país donde había nacido, Argentina. Porque Ani es española pero su retoña no, es argentina. La casa, de su propiedad, quedó bajo la tutela de un vecino de más corazón que aún sus otros hijos, aunque el bien más preciado por la flamante inmigrante era Pinky, su gato. Nombre femenino, distante, compañero, arisco como gris, el felino también fue a parar a la casa de ese samaritano que se hizo cargo de la propiedad. Pinky fue recibido por un matrimonio que acariciaba tres décadas juntos, que por ese tiempo, venía de vivenciar y acompañar la independencia de su primogénito de un hogar que nunca había tenido una mascota, salvo la malograda tortuga Manuelita, que se “escapó” en unas vacaciones veraniegas de Aguas Verdes del año 92.
Fue el hijo mayor, desde meses instalado en otra vivienda, quien bautizó al flamante llegado Pinky con un nuevo nombre: Soquetín, fruto de color blanco que pintaba sus patitas en un cuerpo gris. Con el correr del tiempo, el felino comenzó a adaptarse a su nuevo lugar y sus flamantes dueños, y un sinnúmero de anécdotas. La casa se llenó de pelos, el baño –el grande- con sus piedritas, también fue el suyo. Cuchas, muchas, aunque él decida siempre donde dormir. Un día, el samaritano que acobijo al animal, simpatizante del equipo de fútbol Quilmes, sintió que este trajo suerte en un gol a la estadía en la Primera División del equipo sureño en el período 2003/2007. Gool¡ del entonces jugador quilmes José Chatruc (doc9); en menos de un año Pinky pasó de Soquetin a llamarse como el apellido de ese deportista que había formado parte del Racing campeón 2001 –tras 35 años de sequía- y que en ese 2007 transitaba en el “cervecero” y que sonaba al prnunciarlo Chatrán, el nombre del felinola famosa película de los noventa sobre el gato amarillo. Mutilador de diarios –le encantaba afilar sus uñas con los periódicos del samaritano, conocedor del paño de la información y las noticias, con especial ensañamiento con los Clarín, vaya coincidencia-, peregrino de superficie de la heladera, afilador en sillones -.pobres¡- la samaritana, esposa del samaritano adoptó tanto a Chatruc al punto de creer que en vez de ¡miau¡ decía mamá¡.
Fue esa samaritana que rebautizó al ex Pinky, Soquetín, Chatruc en Kuli, su último sobrenombre.
Los años pasaron, Kuli fue un integrante más de la familia, el heredero de los mimos aún más cuando el hijo menor de los samaritanos -30/10/2010, coincidente con el cumpleaños del mejor jugador de fútbol mundial de todos los tiempos, Diego Maradona (doc9)- emigró del hogar. No hubo nido vacío porque Soquetin estaba ahí. Fue el centro de las caricias, de los cariños de la abuela Teresa. Hasta que ayer, 17 de abril de 2012, cerró sus ojos para siempre. No deseaba que quienes tanto lo amaron y cuidaron, lo vieran morir, y se fue durmiendo.
Quien esto escribe no convivió con este animal. Sí recuerda el día que lo abrazó por primera vez, abril de 2006 y se dijo a si mismo: -¡Soquetin tráeme suerte en las materias¡-, y poco después se recibió de abogado.
Donde quieras que estés te saludamos “gatin”; jamás pensé que la partida de un animal generaría también lágrimas en mi cara por tu recuerdo inmediato. Aún los huesos duros de roer lloran, y esta vez por ese gato que tanto quisieron esos samaritanos.
Un abrazo Soquetin o mejor dicho, una palmada fuerte sobre tu lomo, de esas que tanto te gustaban, mientras te comías ese alimento duro como piedra o el jamón que amabas¡