24/8/12

Génesis



Si con los bombardeos del 16 de junio de 1955 intentaron matar a Juan Perón y terminar con el peronismo, con la masacre de Trelew del 22 de agosto de 1972 intentaron evitar su retorno triunfal y su consagración por las urnas.
Sapo en Feria Mataderos, CABA, Argentina
Los responsables provinieron de la misma fuerza militar: la Armada, clave en el golpe que puso fin al segundo gobierno de Perón y clave también en procurar que el Ejército, que comandaba la llamada Revolución Argentina, a cargo de Alejandro A. Lanusse en su último capítulo, abriera una salida electoral. Sabía que al margen de las propias aspiraciones de Lanusse, Perón sería el vencedor.
De allí, la determinación consumada esa madrugada del 22 de agosto de 1972, otra muestra de la dimensión del odio del terrorismo de Estado a tono con el antecedente inicial de los fusilamientos del 9 de junio de 1956.
Todos, hombres y mujeres, eran jóvenes. Todos habían depuesto sus armas en un acuerdo de palabra, con periodistas y otros exponentes como testigos al fracasar el intento de huir en un avión hacia Chile.
Todos eran miembros de organizaciones armadas peronistas y de izquierda, producto de una época signada por la violencia, iniciada precisamente en 1955.
Todos estaban presos en el penal de Rawson, desde donde en una operación parcialmente consumada habían conseguido escapar seis exponentes de las cúpulas de esas organizaciones: Roberto Santucho, Enrique Gorriarán Merlo y Domingo Mena (ERP), Fernando Vaca Narvaja (Montoneros) y Marcos Osatinsky y Roberto Quieto (ambos de FAR).
Diecinueve se sumaron después, viajaron en taxis hasta Trelew e intentaron hacerlo en otro avión, que a diferencia del anterior -y advertido de lo que estaba pasando en el aeropuerto- no aterrizó.
Fue en esa circunstancia que depusieron su actitud y registraron la postal de su inocencia por las acusaciones posteriores de sus asesinos: están los 19 en esa foto ante las puertas del viejo Aeropuerto con sus armas dejadas en el piso.
El compromiso adquirido era reintegrarlos a la cárcel de Rawson. No se cumplió: los llevaron a la base Almirante Zar, bastión de la Marina. Los garantes de la operación fueron bajados del ómnibus a poco de arrancar. Ese 15 de agosto se ponía en marcha el siniestro plan de matarlos a todos una semana después.
La pueril y absurda excusa fue que habían intentado huir: no alcanzaron a rematarlos a todos porque tres de ellos (dos hombres y una mujer) se salvaron por milagro pese a sus graves heridas. Las declaraciones posteriores de los tres -que tiempo después también serían asesinados- permitieron conocer los detalles de aquella carnicería de los marinos dirigidos por el capitán de corbeta Luis Emilio Sosa.
Palacio de Justicia, CABA.
Un hombre y su nombre que durante décadas estuviera amparado en una profunda reserva por parte de esa arma cuya mentira sobre lo sucedido tuviera también para ella un alto costo.
Evitas en el gremio Suterh. Julio 2012
Entre esos jóvenes estaba Mariano Pujadas, estudiante universitario, hijo del médico del pueblo de La Calera, en Córdoba. El reportaje que un canal de Trelew le realizó en el Aeropuerto cuando estaba tomado por los guerrilleros en espera del avión de Aerolíneas Argentina que nunca llegaría (fue advertido desde la torre de control) lo muestra inteligente y sereno.
Cuando Sosa ordenó a los detenidos que salieran de sus calabozos individuales al estrecho pasillo, él fue el primero en quedar de frente ante sus asesinos. Lo masacraron y, después, seguirían con su familia. El genoma antiperonista de aquella Marina mataba hasta la muerte; la génesis del golpe cuatro años después.




A Rodolfo Ortega Peña, link aquí

10/8/12

Carta pública, nacional y popular



Tiempo Argentino

Capital Federal, 08 de agosto de 2012
Publicada en diario Tiempo Argentino:
Carta pública a Diego Armando Maradona
Diego, Belgrano no se mancha.


Diego querido, en más de una oportunidad te escuché decir comentarios despectivos  hacia Manuel Belgrano. La última, fue en la entrevista radial del programa “Perros de la calle”.  Lo sé, porque te sigo, porque soy maradoniano y por que en mi retina y corazón estará por siempre el recuerdo de mi cumpleaños número nueve del 29 de junio de 1986, el mismo día que salimos campeones y alcanzaste la inmortalidad. Cada éxito, cada lágrima, cada dolor, cada gol tuyo, tus alegrías, tus tristezas, fueron míos. Sin conocerte, te quiero como si fueras un hermano, un amigo, un familiar querido. Pero también soy belgraniano y vos y Belgrano tienen mucho en común y parecido, y el país necesita que se conozcan, como el nombre de esa peli que hiciste con el Negro Dolina, el día que “Maradona conoció a Gardel”. Y estos son tiempos para que conozcas a Manuel Belgrano.
Siendo el mejor jugador de fútbol, desde muy joven, te enfrentaste a los poderosos sin importar los costos. A los carcamanes de la FIFA, a los grandes medios cuando los echaste de tu quinta, a los malos dirigentes, a las injusticias contra tus compañeros, cuando los obligaban a jugar al mediodía en pleno verano, a los Estados Unidos, que aún no te dejan ingresar a su territorio. Manuel Belgrano fue un abogado y periodista que a los 36 años no dudó en tomar las armas y ayudar en la defensa de los intereses de una nación naciente, desde las primeras invasiones inglesas en 1806 hasta liderar ejércitos sin ser militar, invirtiendo su salud y todo su patrimonio económico. “Donde vaya siempre voy a defender mi bandera como un argentino más, que sigue creyendo en ella y en los argentinos”, dijiste cuando en el 2005 el Parlamento argentino te homenajeó. Esa bandera que tanto sentís, que defendiste en cada partido, en cada Mundial, ante cada insulto, porque todos nos indignamos junto a vos en Italia 90, fue el símbolo que Belgrano impulsó para estimular a la tropa a su cargo en el Ejército del Norte durante las expediciones libertadoras del Paraguay, cuando el 27 de febrero de 1812, tras inaugurar una nueva batería militar, denominada Independencia, en la ciudad de Rosario, se izaba por primera vez, con esos colores, celeste y blanco, que vos Diego revindicaste siempre en la Selección Nacional, llevando el mejor fútbol a cada rincón del planeta. Esa misma enseña que tanto preocupó al entonces secretario del Triunvirato, Bernardino Rivadavia, por no perjudicar los intereses de Inglaterra, tan relacionados con las clases ricas de Buenos Aires, que marginaban a los pobres, a los futuros nacidos, como vos, en Villa Fiorito.
Diego querido, Belgrano fue el primer revolucionario, y si Ernesto “Che” Guevara, al que tanto revindicas, es un ícono de protesta, don Manuel, que aún no es realmente conocido por los argentinos, es un ícono ejemplar porque todos. Porque Maradona y Belgrano juegan en el mismo equipo y cada uno a su estilo y lugar, levantan la enseña celeste y blanca y las banderas de la honestidad, la lucha, la humildad y la dignidad. 
Porque Belgrano comenzó a palpitar el sentimiento de Nación cuando los ingleses invadieron estas pampas en 1806. Fue en los tiempos en que era Secretario del Consulado del reino español desde 1793, y no quiso doblegarse ante el yugo inglés. Y vos Diego, con esos dos goles que resumen al fútbol, el de la picardía del potrero y el de la obra maestra en los octavos de México 1986, te consagraste frente a Inglaterra a cuatro años de la guerra de Malvinas. El 22 de junio de ese año sacaste una sonrisa ante tanta tristeza y frente a los “piratas”.
Hay muchos de Belgrano en vos Diego, porque los dos son hijos de esta Patria. Y también son víctimas de ellas. Yo ví tu esfuerzo físico tras la goleada frente a Colombia 5 a 0 y no dudaste en volver a la Selección porque nos quedábamos afuera del Mundial yanqui y luego, los poderosos de turno de allá y de acá, rencorosos, te cortaron las piernas y funcionales a sus intereses, festejaron tu dolor. 
Son los mismos que no quieren que Belgrano se conozca y lo dejaron reposando al lado del mástil de la bandera, sin tener en cuenta que Manuel fue un abogado devenido en militar que entró rico a la política y murió pobre, solo y olvidado con su cuerpo esperando días porque nadie quería gastar dinero en su velatorio. 
Los mismos “panqueques y sanwichitos” como vos los definís, que vendieron un Belgrano menos hombre porque propuso la igualdad de oportunidades en tiempos en que la mujer era resumida a una cosa, revindicando su rol, como a su coronela Juana Azurduy, manifestando que “una mujer ignorante es una mala generadora de ciudadanos, poco productivos e incompetentes”.
Porque revindican las mismas causas, porque defienden los mismos valores, la bandera nacional, porque son nuestros; como vos decís Diego, que sos “popular” y no “público”, porque no se quiere lo que no se conoce, por todo eso y más, porque vos sos diez, Belgrano no se mancha. 


Emiliano Vidal
CABA, República Argentina
evabogado@yahoo.com.ar

1/8/12

Víctor Hugo y Los Miserables



Los Miserables es una obra del escritor alemán Víctor Hugo, realizada en 1862, un año crucial para los dos Estados extremos, Sur y Norte del continente americano. El sureño,  por su unificación unitaria desde la ciudad/puerto y el norteño, por los inicios de una guerra fratricida.

La Bombonera, estadio del club Boca Juniors
Víctor Hugo Morales es el hombre que decidió revindicar, explicar, saber y hacer saber que se trata la Ley de Medios, la norma que resume todos estos años de gestión del gobierno iniciado hace más de ocho años.

El comerciante y mercenario Cristobal Colón murió sin comprender ni saber de accidental descubrimiento: un territorio enorme que a fuerza de látigo, la espada y la cruz del derecho de Castilla blindó de poder a la Corona española. El continente americano tuvo y tiene dos vertientes en sus dos hemisferios. Del lado Sur, un país que lleva el nombre de un metal que no posee -Argentina- y el otro, del lado Norte, el país sin nombre.

Reparar en Los Miserables de Víctor Hugo es comprender los argumentos de un razonamiento sobre el bien y el mal, sobre la ley, la política, la ética, la justicia y la religión.
Comprender a Víctor Hugo Morales, este relator de fútbol, quien llegara a la Argentina hace más de treinta años para transformarse en el número uno radial del fútbol, es entender la labor de un periodista inteligente al que lo mueven las buenas intenciones informativas, y que hoy parece ser un ferviente defensor de las políticas del gobierno de Cristina Fernández.
Auto Justicialista, año 1950; Museo del Bicentenario
Víctor Hugo Morales, trasciende las fronteras americanas. No solo porque es el mejor en lo suyo dentro del de fútbol, sino porque es un hombre honesto, preparado y analista profundo de la realidad política.
Víctor Hugo frente a los Miserables, de Víctor Hugo. Frente a la mafia del fútbol, a Julio Grondona y a Clarín que no dejaba pasar los partidos del campeonato argentino gratis. Que vean los goles solo lo que tienen plata, los demás, nada, que esperan hasta las 12 de la noche al programa del tibio Enrique Macaya Márquez, un tipo vulgar y mediocre que en 60 años de televisión nunca se jugó por nadie ni por nada.
Loros en la Costanera del Sur porteña
Víctor Hugo denunciando al Grupo Clarín, el dueño de los Macaya Márquez.
Víctor Hugo y su destacada intervención a favor de la ley de Medios en la etapa de recolección de opiniones de especialistas en el Congreso Nacional. Víctor Hugo frente al dueño Grupo Clarín, la obra de Héctor Magnetto, el traidor del sueño de su fundador, el abogado Roberto Noble.
Víctor Hugo frene a los zonzos, a quienes les haya molestado las cercanías de enfoques de la realidad que hoy lo ampara con el Gobierno nacional.
Arroyo en Unitorco, Córdoba, Argentina
Y así como al alemán Víctor Hugo, los Miserables le costaron dolores de cabeza en la comprensión de los estereotipos de aquel momento ante la oposición a la pena de muerte y su defensa de los oprimidos, al Víctor Hugo criollo batalla contra Clarín no le es nada fácil. El reciente atropello y falsa acusación de vocero y estrella del Grupo, Jorge Lanata es el corolario de un camino adverso que inició su colega y antecesa en su programa, Magdalena Ruiz Guiñazú.
¿Se está transformando Morales en Enrique Santos Discépolo?
Los medios, comenzando por la prensa tradicional y sus aliados, se hallan acorralados detrás del escudo de la libertad de prensa en defensa de sus exclusivos intereses y, por lo tanto, en plena pelea con el Gobierno.
El Víctor Hugo nuestro se la banca y se defiende, víctima de la sangre en el ojo por la quita del negocio del fútbol al Grupo Clarín.

Doc 9 banca a Víctor Hugo Morales, a quien sigue desde que era un niño, porque cuesta creer que este hombre cálido y frontal, a veces un tanto empacado en su batalla lucha contra Clarín, sea un mero embaucador. Mucha fuerza y un aguante a Víctor Hugo, frente a los Miserables, más duros que los descriptos por el otro Víctor Hugo.