15/11/07

Las quemas de Muñecos


Hay tradiciones que se repiten cuando un año termina y comienza otro. Todas ellas tienen su historia. En España, por ejemplo, la gente come una uva por cada uno de los últimos 12 segundos del año. Y, con cada segundo, suena una campanada. Acostumbrados al clima tropical, en Brasil mucha gente se viste de blanco, construye fogatas en la playa, bebe, y baila toda la noche en la orilla del mar. Más extravagantes son los chilenos, que en el minuto uno del nuevo año, salen a la calle con una maleta y dan una vuelta con ella alrededor de la casa para atraer a la buena suerte.
En la Argentina, es algo común, simbolizar al Año Viejo, en la quema de un muñeco. Se supone que mientras este se quema, también se van los malos recuerdos del año anterior. Algunas personas incluso hacen una lista con las cosas que quieren olvidar o alejar y la ponen dentro del muñeco. Es más, en la capital de la provincia de Buenos Aires, la ciudad de La Plata, se hacen concursos para ver cuál es el muñeco de mayor producción. Muchos son los muñecos que se queman en los distritos de esa provincia. En la ciudad de Quilmes, cuna del padre de dos hermanos de la barra de la calle porteña de Jovellanos, no era la excepción. Así fue como se sucedieron los años de esa infancia; todos los años, quemas de muñecos. Eran los tíos de esos hermanos, dueños de volquetes, quienes improvisaban muñecos deformados –con pelota añeja que oficiaba de cabeza-, rellenos de petardos. En el barrio porteño de Barracas, esto no sucedía. No es tradición quemar muñecos para despedir el año en la Capital Federal argenta. Los amigos de esos dos hermanos eran fieles oyentes de estas ceremonias, y a instancias de un amigo en común, ese grupo de amigos se largó a armar el primer muñeco, denominado el Ale del año 2000, una obra de arte de clon del amigo Alejandro, elaborado por un artista de primer nivel como es uno de los citados hermanos, para recibir al año 2001. Así, las quemas se sucedieron hasta el año 2004. Nada de improvisaciones; en diciembre de esos años, los amigos repartían los comunicados convocando a despedir el año y recibir al nuevo; el lugar era la esquina de Espinoza y Jovellanos de Barracas, que se cortaba mediante una faja de seguridad; también estaban los baldes con agua por las “dudas” . Todos los amigos, algunos más que otros, trabajaban para que todo fuera una fiesta. El 2001 fue muy duro para la Argentina. Cinco presidentes desfilaron por la Rosada en diciembre de ese fatídico año. Para los años 2002, 2003 y 2004, los siguientes muñecos serían un resumen de lo era el año que se iba. Bin Laden –con las cabezas de Cavallo y Bush- año 2002. Para el 2003, tocó el turno del Tío Sam, cerrando para recibir el 2004, Terminador… la tragedia de Cromañon, y la tristeza generalizada a fines de ese año, le salvaría la vida a "David Beckam" y su cuerpo de marín yanqui, que ya estaba listo por uno de los chicos, Mato. No hubo más Quemas de Muñecos.
En estos cuatro años, esos amigos, buscaban dar momentos de alegría, dejaban un testimonio y bajaban una línea política, como esos carteles que decían CHAU FMI junto a las cabezas. Los seres queridos, familiares, vecinos, contentos, porque a las quemas, se le sumaba una fiesta, conducida por uno de los pibes desde el ex kiosco de Marcelo, con música seleccionaod por otro y la ceremonia casi actoral del fuego apra el año que se iba. Hoy esos muchachos crecieron. Nadie agarró la posta. Iba ser muy difícil superar la laborl de cariño de ese grupo hoy treinteañero. Quizá las Quemas vuelvan alguna vez, las cuales siempre, siempre, estarán entre los más lindos recuerdos de una parte del barrio de Barracas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

yo me acuerdo de todos esos muñecos, jamas lo olvidare, jamas, buena la idea, yo trabaje tambien en esos eventos, que lindos recuerdos, la gente estaba contenta, demasiado