Fue hace 21 años atrás, a principios del año 88, días en que Felipe cursaba la escuela primaria. El país, para no perder la costumbre, estaba convulsionado. Hacía menos de cuatro meses la oposición peronista vencía en casi todos los rincones del país en las elecciones legislativas y de gobernadores de 1987, al oficialismo radical.
Quien había sido ex ministro de Comercio de Juan Perón y de Economía de Isabelita , había derrotado al candidato Juan Manuel Casella y se convertía en el gobernador del principal Estado provincial argentino: la provincia de Buenos Aires.
Desde varios años el Gobierno nacional no pegaba una y la hiper inflación comenzaba a pronunciarse. Las clases en las escuelas no comenzaron hasta mediados de abril, los docentes reclamaban más salarios, los aprietes de la CGT se sucedían, el campo rechiflaba en la Rural al presidente de la Nación y el futuro grupo Clarín se peleaba con los huéspedes de la Rosada –cualquier diferencia con ahora es pura coincidencia, o no?- El flamante gobernador Antonio Cafiero (Doc 9) se encaminaba como el gran sucesor de Raúl Alfonsín. No únicamente por los desaciertos del Gobierno y su gran triunfo en la Provincia; a Cafiero lo catapultaba a ganar las futuras elecciones presidenciales de 1989 varios motivos. Primeroo, desde hacía dos años atrás, luego que los radicales ganaron los comicios de 1983, Cafiero era la cara visible del peronismo renovador que se sacó de encima al derrotado de Italo Luder, que esfumó al dirigente metalúrgico vandorista Lorenzo Miguel, que mandó a la cola a Herminio Iglesias heredando el aparato.
Al amo y señor de esa oposición, el niño Felipe lo conoció ese mismo año. Fue en el Congreso de la Nación. Se lo presentó su padre que era un destacado periodista desde hacia tiempo.
- Los compañeros nos damos la mano, le dijo el gobernador a ese chico de 9 años. Cafiero estaba en campaña las 24 horas del día.
¿Qué se defenía realmente en esa Argentina? El recién llegado a la gobernación bonaerense y Raúl Alfonsín, el mandatario que veía caer pedazos de su gestión, tenían todo decidido. Ambos sabían que en 1989 el próximo Presidente sería un peronista. Cafiero le garantizó a Alfonsín que terminaría el mandato el 10 de diciembre de ese año. Luego, los dos equipos de transición se pondrían a trabajar una vez que Cafiero venciera al candidato radical, el cordobés Eduardo Angeloz que ya había vencido en su interna.
Por primera vez en la historia argentina se daban muchos fenómenos. Por ejemplo, era la primera que el principal referente de la oposición, era el peronismo. Que ese movimiento no estaba proscripto mientras los radicales eran gobierno. Y que la cara visible de esa oposición, es decir Antonio Cafiero, tenía buena relación con el Presidente Alfonsín. Los intereses del país serían salvaguardados. Los además abogados Cafiero y Alfonsín, que incluso eran los jefes de sus partidos, PJ y UCR, se respetaban mucho, aún más que como gobernador de Buenos Aires y presidente de la República. Pero dentro del peronismo uno de sus dirigentes, de patillas y carismático, gobernador de una provincia litoralence, quería cambiar esa historia y desafiaba a Cafiero. Carlos Menem recorrió cada rincón del país, la mayoría de sus ciudades, todas las provincias. Se definía el candidato justicialista para 1989.
- Puedo armar un Congreso del PJ y ganar ampliamente en las internas mi candidatura a presidente de la Nación. Total, gano por paliza.
Las palabras de Cafiero se escucharon en cada rincón de la Argentina. Mientras el gobernador de Buenos Aires jugaba al fútbol, su par de La Rioja, Menem, hacia campaña. Mientras Cafiero dormia la siesta, el riojano andaba con el Menem-móvil por todo el país, revoleando su poncho, haciendose el Facundo Quiroga.
El 6 de septiembre de 1988, en uno de los actos más democrácticos de la historia, el peronismo elegió por primera vez con votos de sus afiliados la fórmula. Otra vez de la mano de su padre, Felipe presenciaba un hecho histórico que cambiaría para siempre a la Argentina. La fórmula Carlos Menem-Eduardo Duhalde vencia a la de Cafiero con José De la Sota. Dicen que el gobernador bonaerense lloró toda la noche. Que el presidente Alfonsín no durmió encerrado en mil pesadillas. La historia es conocida: Menem venció a Eduardo Angeloz en las presidenciales del 89, eyectó a los radicales del Gobierno que se caían solos. No hubo transición de gobernabilidad. Cerró filas con la Bunge&Bor. Luego puso de ministro de Economía a Domigo Cavallo.
Decían los más cercanos a Italo Luder, el primer peronista derrotado por los radicales de en 1983, que siempre se culpó por ir a dormir la siesta mientras el candidato Raúl Alfonsín caminaba cada rincón argentino profetizando el Preambulo de la Constitución Nacional. Cafiero nunca comprendió a Luder aunque desde hoy, sus actuales 87 años, llore por las noches pensando en su culpabilidad, por no haber jugar con todo, por ser un “pecho frio” como se dice en la jerga del fútbol dejando que Carlos Menem lo venciera… la historia es conocida. En democracia, porque Menem ganó tres elecciones presidenciales se entregó y destruyó un país ¿Qué hubiese pasado en la Argentina si Menem nunca llegaba al poder?... Felipe, ese niño, que hoy tiene casi 32 años, hace más de 20 conoció a su primer político, a ese culpable. Que lástima Antonio, que lástima.