El mundo rueda según los intereses económicos. Así fue siempre; hace mil años atrás o ahora. Rebobinando en el tiempo, la España dueña de América no era la excepción a esta regla. Acosada por las presiones de británicos y portugueses, en el mismo año 1776 que los Estados Unidos consagraban su independencia, se creaba por estas pampas el Virreinato del Río de la Plata, que tendría su capital en Buenos Aires, y a la jurisdicción de ésta (que ya abarcaba Asunción y Montevideo) se le anexaría la Real Audiencia de Charcas (es decir, todo el Alto Perú, hoy Bolivia), y la provincia de Cuyo (que hasta entonces había sido jurisdicción de Chile).
La decisión que en ese Virreinato la ciudad base sea Buenos Aires era política pero también estratégica. Evitar el contrabando y perjudicar notablemente al interior. Además, Buenos Aires era el puerto, de allí el mote “porteño”. Ese fue el primer paso a generar furias entre los bonaerenses y el interior. Encima en 1805 se produce la
caída del rey Carlos IV y de su hijo Fernando VII en España, en tiempos en que se desataba la Batalla de Trafalgar en octubre de ese año, en la cual España perdió si flota contra Inglaterra.
Abandonada estas tierras a su suerte, con una España en crisis, Inglaterra invade Buenos Aires en 1806. Así muchos oriundos, habitantes, se dieron cuenta de la fuerza oculta que tenían para defenderse. Y por cuestiones de cercanía, participaron más porteños que provincianos en defensa de la tierra. A los ojos de la historia, los porteños se adueñarían del triunfo de la invasión, en desmedro del interior. Segunda diferencia.
Una España convulsionada por esos años, estaba bajo el mando del hermano del francés Napoleón Bonaparte, mientras que en Buenos Aires, por años todo función el como si nada. Pero las noticias si bien llegaban tarde, llegaron el 17 de mayo de 1810. Y dos porteños Manuel Belgrano y Castelii, entre otros Rodríguez Peña conscientes de esta situación en España, apostaron a un cambio radical. Así nació la Revolución de Mayo, que tuvo en Mariano Moreno a un actor principal, pero también tuvo diferencias con los miembros del interior, sobre todo los diputados de la Junta Grande, es decir los diputados del interior, que veían con desagrado como Buenos Aires, desde el Cabildo manejaba a los hilos de los cambios sin consultar. Tercera gran diferencia.
No quiero entrar en el debate y las luchas de lo que fueron los llamados unitarios y los federales. Mis aportes, apuntan a ser más profundos.
Buenos Aires siempre quiso ser la dueña de la situación. Así se lo hizo saber el secretario, bien porteño, Bernardino Rivadavia del segundo Triunvirato, que nació de la
Asamblea General Constituyente de 1813 en ejercicio de las Provincias Unidas del Río de la Plata, la misma que sancionó muchas reformas, entre ellas la declaración de la Bandera Nacional que propuso Manuel Belgrano en 1812, y la abolición de la esclavitud. Pero la Asamblea fracasaría en declarar la Independencia que se produciría tres años más tarde en 1816. La política se hacia desde Buenos Aires. Luego surge el primer Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, presidio por Carlos de Alvear… pero fue un cóctel explosivo en desmedro del interior, ya que desde 1776 el antiguo Virreinato, la Primera Junta, los dos Triunviratos, los Directorios, más el puerto y la aduana, los cada vez marginados eran los hombres del interior. Las que serían provincias no podían competir contra esta realidad.
Para facilitas las cosas. Dos grandes etapas
La primera abarca el período 1820 a 1825, con la salida de Rivadavia del segundo Triunvirato y la segunda etapa, es entre 1827 y 1829, donde aparece la figura de Juan Manuel de Rosas.
En 1824 comienza el gobierno en la provincia de Buenos Aires de Martín Rodríguez. Pero el ministro de Gobierno de Rodríguez, el ex integrante del primer Triunvirato, Bernanardino Rivadavia, comenzó a boicotear el Congreso Nacional que se realizarían en la provincia de Córdoba para unificar a lo que se entendía como país. Con Rivadavia, Buenos Aires comenzó a crecer económicamente, políticamente. Surge la UBA y en 1824, ya con Juan de las Heras, en 1825 se dio el Congreso de Buenos Aires, y se crea una Ley Fundamental, cuya base es que el Poder Ejecutivo queda a cargo del gobierno de Buenos Aires. Allí se designó Presidente de las Provincias Unidas, Bernardino Rivadavia y Capital del Estado a la Ciudad de Buenos Aires, y se nacionalizaron el correo y la Aduana. Ese mismo, ese Congreso daría forma a la Constitución Nacional de 1826, que rechazarían todos los diputados del interior. Cuarta gran diferencia.
En 1825 la Argentina se hallaba en guerra con Brasil. El Congreso Nacional, ahora en Córdoba, entre 1824 y 1827 inicia un breve período de centralización y trata de conducir la guerra con el Brasil. Fracaso del enviado del Gobierno porteño, Manuel José Garcia, enviado a Rió de Janeiro, así renunció Rivadavia. Entonces, el Congreso nombró Presidente Provisorio al autor del himno, Vicente López y Planes quien luego renunciará ante la Junta de Representantes de la provincia de Buenos Aires. Esta eligió a Manuel Dorrergo gobernador bonaerense, y el Congreso cordobés fue disuelto, como también el Poder Ejecutivo porteño. Volvía a producirse una situación de anarquía parecida a la anterior en 1820. El poder de las relaciones exteriores paso a manos de la provincia de Buenos Aires. En 1828, una Convención Nacional ratificó la paz con Brasil y así la banda Oriental tuvo su Independencia. Esto produjo que Juan Lavalle, fusilara a Dorrego y se haga nombrar gobernador de la provincia de Buenos Aires. El Comandante de Campaña bonaerense poco antes de la muerte de Dorrego, era Juan Manuel de Rosas. El 6 de diciembre de 1829, la Junta de Representantes de la provincia de Buenos Aires lo nombra a Rosas gobernador y Capitán General, otorgándole “las facultades extraordinarias que juzgue necesarias, a fin de organizar la administración interior de la provincia, asegurar su defensa y afianzar el orden y la tranquilidad pública”. Pero en 1832, la Junta de Representantes de la provincia de Buenos Aires no le otorgó “las facultades extraordinarias, a Rosas y este renunció. Pero el caos volvió y en 1835 volvió al poder. La Legislatura lo volvió a nombró gobernador y Capitán General, ampliándole su mando por cinco años y otorgándole la Suma del Poder público. Así Rosas manejó las relaciones exteriores. Incluso le dieron el título de Jefe Supremo de la Confederación Argentina, lo que produjo que el interior quedara muy olvidado. Ese desprecio porteño, produjo la quinta gran diferencias.
Hasta que tras la Batalla de Caseros, entra en escena el entrerriano Justo José de Urquiza quien vence a Rosas y firma el Acuerdo de San Nicolás para la formación del Congreso Constituyente en la ciudad de Paraná. Urquiza fue llamado Director Provisorio de la Confederación Argentina. Pero Buenos Aires se resistió a quedar despojada de la Aduana. y aquí se produce la gran diferencia, la sexta… en medio de la Constitución Nacional de 1853, fue la secesión de Buenos Aires, donde incluso Buenos Aires dicta su propia Constitución.
Hubo tratados de convivencia entre Buenos Aires y el interior, envueltos en la Confederación, pero nada y en 1859, en la Batalla de Cepeda, Urquiza venció a Mitre. Ese mismo año, como mediador, Francisco Solano López, hijo del presidente del Paraguay, se firmó el Pacto de San José de Flores, en el cual Buenos Aires se declaraba integrante de la Confederación Argentina. En 1860, Sarmiento y Vélez Sarfield fueron algunos de los constituyentes que estaban en la Convención del Estado para analizar la Constitución Nacional de 185, ahora llamada Constitución de la Nación Argentina. En 1859 la provincia de Buenos Aires también sancionó el Código de Comercio, cuyos mentores fueron Eduardo Acevedo y el mismo Dalmacio Vélez Sarfield. En setiembre de 1861, ya con un presidente Derqui debilitado, Urquiqza retiró sus tropas en la Batalla de Pavón, y Mitre fue elegido Encargado del Poder Ejecutivo Nacional en abril de 1862, y meses después elegido presidente de la Nación unificada.
Años después a Urquiza lo asesinarían, calificándolo sus verdugos, como traidor… Palabras más, palabras menos, de algún modo las generaciones que se fueron sucediendo se formaron en este concepto y dentro de esta historia. No hay que dejar de lado que la Argentina es un país federalizado, donde las provincias le otorga facultades a un gobierno central que funciona en una distrito federal que por ley es la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y que oficia de capital de este país unificado… la cuestión será como ese gobierno nacional y el gobierno local capitalino digitalicen la situación sin sumar más divisiones entre los porteños y el interior.
1 comentario:
los porteños no son agrandados, son giles; fijate que como saben que son mal vistos a donde van se portan bien, jaja, patetico
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