Continuatum chupando es¡

En el evangelio de Juan, en la Biblia, el término gloria significa el camino por la obtención de la “majestad, dignidad, esplendor”.
El fútbol profesional no esta ajeno a esta palabra… gloria. Porque hubo un tiempo en que se corría por el amor propio. Alguna vez se Apuntó en este espacio, sobre esa dicotomía entra gloria y fortuna, que tuvo desde la profesionalización del fútbol argentino entre 1934 y 1990 al máximo exponente de la búsqueda de la gloria y el orgullo: el hoy técnico de la Selección Nacional Diego Maradona, artífice de la obtención del campeonato Mundial en 1986 como jugador y de la reciente clasificación al del año que viene. No todo es color de rosa en Maradona.
Tal postal de lo que pasó en la economía y la política argentina con la destrucción propiciada por un gobierno democrático que fue elegido por su propio pueblo, -léase Menem- ese año 1990 también presenció el último acto de amor por la camiseta y la gloria que se haya desempeñado en la máxima instancia de fútbol profesional que fue el Mundial de Italia 90, competencia en la cual el equipo argentino obtuvo el subcampeonato. Esa final fue contra Alemania, que sin necesitarlo fue beneficiada por el árbitro de turno comprado por las corporaciones mundiales que ya sentían el negocio de las dos Alemanias unificadas tras la caída del Muro de Berlín (apunto para tener en cuenta la película germana Good bye Lenin).
Las tristezas se sucedieron en materia fútbol mundial. Desde el antidoping sin derecho a defensa que sufrió el propio Maradona (doc9) en el Mundial yanqui del 94, -el primero en introducir el sistema de las telecomunicaciones y la Internet en la máxima competencia-
hasta el último de Alemania 2006, otra vez frente a los alemanes.
Las malas políticas implementadas por el presidente de la Asociación del Fútbol Argentino, Julio Grondona, el máximo responsable de todas las frustraciones, llevaron a que un año atrás el elegido para dirigir la Selección Mayor de Fútbol recaiga en un hombre inexperimentado que sigue siendo el mejor de todos los tiempos, Diego Maradona. Antes, esa propia impericia de Grondona y sus séquitos lo obligó a elegir mal, desde el mentor del odio, el resentido Daniel Passsarella o la oportunidad perdida de dejar ir a Marcelo Bielsa, el mejor de todos, hoy el salvador de Chile.
Es verdad. Ante tantas frustraciones desde 1990 al 2006, Diego Maradona merecía esa oportunidad. Pero que podía dar y brindó finalmente este embajador argentino por naturaleza, bocón, amado y odiado, sin experiencia como técnico prácticamente, el último abanderado de la gloria?
Repasemos. Desde 1990 en material fútbol, Diego Maradona sólo cosechó tristezas y objetivos inconclusos, hasta ayer, que fue el artífice de la clasificación del Mundial 2010. Tras el doping positivo de 1991, entre 1992 y 1993, pasó inadvertido en el club español Sevilla. Situación similar sucedió en su regreso al fútbol argentino jugando para Ñuls. En1994 lo expulsaron del Mundial yanqui sin derecho a defensa; entre 1995 y 1997 no pudo obtener título alguno con su Boca Juniors. Se retiró sin siquiera despedirse de la Selección Nacional que tantas alegrías le dio.
Pero Maradona tenía un as en la manga que nivelaba su carencia técnica. Tal como le hubiese gustado en el final de su carrera futbolística, revindicó a jugadores por los que otros técnico no se hubiera jugado. Martín Palermo, el máximo goleador de Boca, Juan Verón, el que fue tildado de vendido contra Inglaterra en el Mundial 2002, Rolando Schiavi, el rudo defensor. Entre los tres recuperaron la gloria, contagiaron a las figuras como Lio Messi o Carlos Tévez. Si, otra vez la gloria, otra vez el espíritu del Mundial 1990.
Otro éxito de Maradona en búsqueda de la gloria. Convocar más jugadores del medio local, cuyos abanderados son, los mencionados Palermo (Boca), Schiavi (Ñuls) y Verón (Estudiantes).El equipo juega mal, es verdad. Pero encontró ese amor que no latía con fuerza desde 1990. Y justo frente a los especialistas del corazón como son los hermanos uruguayos.
Porque Maradona se jugó su prestigio como jugador, como embajador. Porque en la piel de Palermo camina el corazón de todos los argentinos, que en el 2010, justo a 200 (doc9) años de 25 de Mayo de 1810 –revolución que no voló ni un solo tiro- también nos encontrara juntos siguiendo a la Selección de la gloria, a pesar de medios como Clarín (doc9), o voceros mamaderas como Horacio Pagani, quieran lo contrario. Felicitaciones campeón¡¡ pero acordate, el que se enoja pierde.