Se los puede llamar "contra gobierno". A ese conglomerado de cien familias que manejan el mundo. Que sacan, matan, derrocan y ponen presidentes y líderes en todos los países para que les sean afines a sus negocios.
El modus operandi se les facilita desde la globalización mundial y la llegada de Internet. Hacia el presente y adelante, las vías fueron y son dos: por un lado, en los medios de comunicación y por el otro desde el libre mercado, la división del trabajo, la venta de materias primas sin industria. Hacia atrás, un fuerte proceso de culturización de las mentes y hacia adelante, más contragobierno. Contragobierno sería aquella actitud sistemática de repudiar el discurso y en los hechos, bicotear e intentar trabar toda iniciativa de gestión de un gobierno que no haga lo que esas familias pretenden que haga en su propio beneficio. Un beneficio individual y de unos pocos. Los demás no importan porque para los desclazados, los rebeldes, los que se opongan, para ellos estarán las fuerzas represivas del Estado, llámese policía o Ejército.
Al contragobierno no se lo vé, pero está. Ahora, al menos, a la corporación de los medios argentinos funcional a ese enemigo, se lo llama "Magneto", en alusión a ese desarrollista que de la mano del dirigente Rogelio Frigerio aterrizó en el diario Clarín a finales de la década del 60 poco después que el fundador del matutino, el abogado y ex ministro de Gobierno bonaerense en la época de la "década infame", Roberto Noble, se muriera. Diario que creció sostenido por un contragobierno que apoyó una dictadura civil y militar a fines de los 70; que se quedó con el papel -Papel Prensa- y como no les alcanzó a pesar de matar a todos y fundir el país, ese de tantos intereses, necesitó del peronismo, tras el fracaso radical al regreso de la democracia en 1983, con la traición de Carlos Menem a la Patria. Así, Clarín pasó de ser un diario federal con asiento unitario en la ciudad de Buenos Aires a ser una corporación pone y saca dirigentes políticos funcionales al contragobierno estratégico que necesita de una Argentina de rodillas al mundo. Una Argentina dormida, hipnotizada con los culos de Tinelli, el empresario televisivo que se gestó en los años 90.
La Argentina no debe despertar. El plan del contragobierno. Porque de lo que sería la Argentina emergió el intento de independizarse del contragobierno, tras el 25 de Mayo de 1810, una revolución chica, de espalda a un pueblo pero con mirada grande hacia toda la América. El sueño trunco de San Martín y Bolívar. El anhelo de Belgrano, el mejor de todos y de su colega Mariano Moreno. La guerra contra el contragobierno sigue y la antorcha de la lucha la tomó el fallecido Hugo Chávez. La guerra por la Independencia no se repite, continua.
Porque el contragobierno fluye de los ríos subterráneos y emergen ante cada intento de ser un país soberano. La condena de la Argentina, la América del Sur porque la del Norte logró superar, al menos en un momento, al contragobierno. Ahora, aún a pesar de Obama, que ve perecer a su país. La caída del Imperio hace rato comenzó.
Enfrentar al contragobierno viene sucediendo hace cientos de años. Y está transcurriendo hoy. Son batallas políticas, culturales y económicas en torno al campo estratégico que son los medios de comunicación en la era de la globalización tecnológica.
La preeminencia del capital financiero especulativo internacional en el seno de la estructura hegemónica del poder mundial ha hecho que Estados Unidos y sobre todo la Unión Europea adopten para si, parcialmente, las mismas recetas económicas que -como ideología de dominación- le habían aconsejado a los países periféricos como la Argentina. Este y no otro es el hecho principal que ha llevado a la crisis estructural que hoy atraviesa el poder Euro-estadounidense y que hace que los sectores populares comiencen a conocer los rigores de la explotación económica en carne propia, una situación de la que habían logrado librarse después de la Segunda Guerra Mundial con la construcción del llamado Estado de Bienestar que esta regresando mal que le pese al contragobierno.
La identidad reclama descubrir el pasado, reinterpretarlo, declarar la guerra a la mentira interpuesta contra ese contragobierno, sostenido por quienes escribieron y defiende la historia oficial, los Mitre y el diario La Nación y su cómplice Clarín y sus negociados en Papel Prensa.
...siempre y cuando sigamos enfrentando, conociendo, sabiendo, queriendo, siendo nosotros, pensando de aquí para allá y no de allá para acá, al "contragobierno", ayer llamados unitarios, después conservadores, oligarcas, contreras, derecha...hoy y siempre llamado, .
Más apuntes en Perlitas de la Política