Todo comenzó cuando en un taller de teatro tuve que basar mi personaje en un ex boxeador de caída libre. Así fue que vino a mi mente el protagonista de la película Gatica, el Mono, dirigida por Leonardo Favio…Pero quien era Gatica realmente?
Tenía 38 cumplidos pero parecía de 60 cuando murió. José María, el Mono, lo había visto casi todo. Esa imagen, tirado en la calle, borracho, víctima del accidente que lo llevaría a la muerte nada tenía que ver con quien había sido el gran campeón del “pueblo peronista”. A Gatica, la popular lo llamaba el Tigre mientras la “platea”, lo denominaban el Mono, apodo que se finalmente se perpetuaría en él.
Gatica debutó como profesional del box en diciembre del 45, venciendo a
Leopoldo Mayorano. Había llegado a la ciudad Capital argentina a los 7 años de edad proveniente de San Luis. Comenzó a ganarse la vida lustrando zapatos en Plaza Constitución. Así fue como de chico a piñas limpias defendía su espacio. La calle no perdona. Un día lo vio Don Lázaro, un peluquero que vivía por allí. Obnubilado por esas trompadas, el peluquero le ofreció a José conocer incursionar en el boxeo. Antes, Gatica comenzó a intercambiar golpes con los marineros extranjeros que pasaban su tiempo de entretenimiento a puro puños en un ring por un par de pesos ubicado en un bar de mala muerte del barrio San Telmo, cerca del viejo Puerto Madero.
Terminados los marinos, de la mano de Don Lázaro, el Mono comenzó una carrera boxística repleta de éxitos. Los empresarios del entonces miraban con éxito a este puntano que batía récords en el Luna Park cuando enfrentaba a su clásico rival, el rosarino Alfredo Prada. Con Prada se enfrentaron seis veces y ganaron tres cada uno. La última pelea, en 1953, significó la derrota de Gatica y el comienzo de su decadencia.
En 1950, el entonces presidente Juan Domingo Perón le había mostrado un gran aprecio; Perón era un aficionado al boxeo y pidió que se lo presentasen, Gatica, con desparpajo, lo saludó con una frase mítica: “General, dos potencias se saludan”. Incluso, ese Gobierno peronista financió el primer y único viaje de Gatica a los Estados Unidos en busca de un título mundial; la gira comenzó con éxito, derrotando por knock-out a Terence Young. Luego el campeón mundial de la categoría, Ike Williams, le ofrecería un combate sin poner en juego el título en el Madison Square Garden de Nueva York; fue en 195 y el Mono fue ampliamente derrotado.
Al regresar a la Argentina, entre 1952 y 1953 Gatica ganaría aún trece combates, El 16 de septiembre de 1953 su archirival Prada, lo derrotó duramente.
En septiembre de 1955 los militares derrocaron al gobierno democrático peronista. El gorilaje pisó fuerte en todos lados. La Asociación Argentina de Boxeo no fue la excepción y lo sancionó de por vida a Gatica con no pelear nunca mas en un ring. La Libertadora decía que el Mono era un “militante peronista peligroso”. Gatica era analfabeto, no votaba y sólo quería a su “Perón y Evita”, y curiosamente su reinado fue igual: 1945-1955, por Doc 9.
Gatica volvió a la pobreza, a diferencia de su eterno rival Prada, que dejó el box haciendo algún dinero.
Su ex rival Alfredo Prada lo invitó a trabajar a su restaurante, Los Campeones, ubicado en el corazón de la Capital porteña. La labor de Gatica consistía en estar en la puerta recibiendo a los comensales con un “buenas noches, buen provecho”. Un día, víctima de una burla de un cliente, renunció.
Martín Karadagián, un empresario mediático que había montado una troupe de luchadores, también quiso darle una mano a Gatica, invitándolo a combatir en un show realizado en la Bombonera, el estadio de Boca Juniors. El Mono, saldría lastimado de por vida en una pierna.
El 10 de noviembre del 63 fue a vender unos muñequitos a la cancha de Independiente. Su borrachera no le dejó hacer pie en el estribo del colectivo; lo que no pudieron la pobreza, el hambre, el desprecio, los militares, las piñas, Prada, lo pudo ese bondi que lo atropello.
Gatica no tenía amigos, sólo algunos tipos que estuvieron con él en su época buena, Nunca en la Federación Argentina de Box desfiló tanta gente como en su velatorio, ni siquiera la muerte de Ringo Bonavena, por Doc 9. Hombres y mujeres hicieron una colecta y compraron una corona que decía: "El pueblo a su ídolo". Dicen que el cuerpo tardó horas en llegar al cementerio de Avellaneda.
Buenas noches y buen provecho, Gatica, en este Apunte, tu recuerdo