La primera Plaza...20/12/01

Se cumplieron 6 años del 20 de diciembre de 2001, un día que no fue uno más en la historia argentina. Este relato que apunté se resume desde los ojos de un muchacho, que para aquel particular momento tenía 24 años cumplidos. El protagonista hacia 4 meses que había dejado su trabajo periodístico en una revista en la que estuvo casi 6años, y ahora trabajaba cerca de la Legislatura porteña. El muchacho hacia casi 2 años que cursaba la carrera de Abogacía y sólo una vez en su vida había ido a una marcha en la histórica Plaza de Mayo. Fue en el año 1996, a instancias de un tío a favor de la democracia y en repudio al golpe militar de 20 años atrás. Conocía y leía sobre temas políticos, un poco por su condición laboral y un poco más por curiosidad. El muchacho había nacido en dictadura cívico/militar, pero se había criado en democracia. Por lo tanto si bien había tenido problemas con la Policía, estos no pasaban por ser de una leve borrachera. El 20 de diciembre de 2001 presenció lo que marcaría su vida para siempre. En ese entonces, la Argentina pasaba por una de las peores crisis económicas e institucionales de su historia. El día 19, el presidente de la Nación, en su peor momento, utiliza un mecanismo constitucional como es el estado de sitio y en cadena nacional lo anuncia. Eso sería el principio de su fin. El muchacho lo intuía y ese día 20 se acercó temprano a la Plaza de Mayo. El clima se anunciaba espeso y sería peor, más cuando la jueza penal Servini de Curbría ordenó desalojar la Plaza.Ver como personas uniformados reprimían a otras, incluso mayores en edad, fue muy duro como fue sentir los ojos arder tras los gases lacrimógenos. Es un dolor fuerte, uno no para de llorar, me contó el muchacho. Los golpes de los bastones los soportó. Alguna vez fue víctima en los alrededores del estadio La Bombonera, en su barrio o en algún recital, pero nada comparado a eso, siquiera cuando intentó ver a los Redondos en 1998, en la cancha del Racing de Avellaneda. La violencia fue extrema, situación parecida se vivió en varias provincias. El resultado fue la huida y renuncia del Presidente Fernando de la Rúa en helicóptero y muchas personas muertas por las balas de la Policía. Ese día el muchacho regresó caminando, con bronca y tristeza a su casa. El único consuelo fue verlo a Vito, un amigo hoy lejano, de cara de bueno y corazón de guerrero, que mientras se limpiaba la sangre de su nariz ya coagulada, le dijo : -Nunca nos olvidemos de este día, de los muertos, de la cana, de los gases, ni cuando estemos mejores… eso tratamos de hacer el muchacho y yo desde hace seis años.