Un amor oculto?

Aurelia nació en un clima de caos familiar. Hacia poco que habían matado a su tío, junto al jefe de este, el caudillo Facundo Quiroga. Así, su esposa Inés Vélez Sarsfield quedó viuda y con tres hijos sin más remedio que mudarse a la casa de su hermano Dalmacio, el papá de Aurelia. En este clima de violencia, ella se crió en la provincia de Buenos Aires del mandamás Juan Manuel de Rosas, quien gobernaba a capa y espada con la suma del poder público, mientras crecía al mismo compás que avanzaba la carrera jurídica y política de su progenitor, Dalmacio, quien a los 24 años, se había recibido de abogado y trabajaba como defensor de pobres, para luego ser diputado en el Congreso Nacional de 1824. Dalmacio tenía un gran amigo sanjuanino al que le llevaba diez años; Domingo Sarmiento, a quienes entre otras cosas los hermanaba el odio hacia Rosas. Pero Dalmacio tuvo conductas opuestas, porque si bien el rosismo le embargó la casa y lo empujó al exilió en Montevideo, Vélez se reconcilió con el Restaurador, fue su asesor jurídico, incluso en el fusilamiento de Camila OGorman, la mujer que tuvo una relación prohibida con un cura.
Años después, Sarmiento como presidente de la Nación, dejaba de lado lo dubitativo de Dalmacio, encargándole la creación del Código Civil argentino, puesto en vigencia en enero de 1871 y que aún rige en estos días. Sarmiento, de 60 años pasaba horas en la casa del Dalmacio. Aurelia, desde sus 36 abriles suspiraba amor por el calvo Presidente. Esa relación fulminó el matrimonio Sarmiento/ Benita Martínez Pastoriza, cuando se descubrió la correspondencia que los amantes mantenían, pero su amor era secreto sobre todo a los ojos del padre y amigo Dalmacio. Así duró por años. La hija de Dalmacio fue lo último que vio Sarmiento en su muerte en Paraguay en 1888. Y Aurelia, que vivió hasta los 88 años de edad, nada dijo de la relación cuando de despidió de este mundo en la Argentina radical de Marcelo Torcuato de Alvear.