Los campeonatos del fútbol argentino se suspendieron a causa de los millones de pesos que le deben los clubes a sus jugadores. Esta situación sucede en sus cinco categorías: Primera A, Nacional B, Primera B, C y D. Es en la división A donde están los cinco grandes de ese deporte argento: Boca Juniors, River Plate, Independiente, Racing y San Lorenzo.
En la Argentina, la institucionalización del fútbol es muy parecida a la de la política; esta marcada por las deudas. Fue así que a poco de profesionalizarse este deporte, para el año 1932 la mayoría de los clubes estaban sumergidos en obligaciones impagas. Para ese año, existía una única categoría que cobijaba a todos por igual. Lanus y Atlanta eran los más morosos.
No resulta nada nuevo que en este año 2009, como hace casi 80 años atrás, los poderosos de turno adoctrinen sus intereses hacia los clubes “más grandes”. En 1933, el entonces presidente de Boca Juniors, Luis Salessi, impulsó la creación de otra categoría, una de segunda división, destinada a los clubes aún amateurs. Así, además se buscaba frenar la cantidad de reclamos y huelgas por parte de los jugadores que peleaban mejoras de sueldos. Entonces, los clubes de primera división tenían una supremacía con aquellas instituciones que formaba parte de la segunda categoría. Liderados por los dirigentes de Racing de Avellaneda, los clubes más poderosos pregonaban un fútbol entre ricos y pobres.
La elección para integrar la primera categoría fue a armada a dedo. A la segunda división fueron a parar Ferro, Argentinos, Tigre, el Decano Quilmes, Atlanta y Talleres de Remedios de Escalada. Encima, al entonces presidente de River Plate, Antonio Liberti –nombre que actualmente tiene el estadio, popularmente conocido como Monumental- se le ocurrió la idea del esquema de ascensos y descensos entre ambas divisiones. La intención era dejar siempre en Primera a los clubes más grandes.
Los dirigentes de los poderosos, hacían y deshacían a su antojo. A tal punto, que a mediados de 1934, se aprobó el descenso a la segunda categoría de Quilmes y Tigre por ser los que menos dinero recaudaban en los partidos. Se olvidaron que la mayoría de los match se disputaban en la ciudad Capital argenta. Incluso, los popes de Boca, River e Independiente obligaron a Argentinos y a Atlanta a fusionarse en un solo club. Algo parecido se quiso hacer entre Quilmes (Doc9) y Sportivo Barracas. La idea era que el club barraquense se haga cargo de las deudas de los cerveceros, a cambio de jugaran con el nombre de la institución porteña y en su estadio.
Las fusiones fueron un desastre. Fracasaron tanto las de Lanus con Talleres de Remedio de Escalada como la de los bichos colorados con los de Atlanta. Algo se le tenía que ocurrir a la Asociación del Football Argentino (AFA), que para 1934, ya estaba más castellanizada. Precisamente, un ex presidente de Racing Club, Ernesto Malbec, se hizo cargo del timón de la flamante AFA El hombre apuntó a que sea el Estado nacional el encargado de financiar la deuda de los clubes. Algo parecido, 75 años después quiere hacer el actual presidente de esa institución, Julio Grondona.
De yapa, los préstamos que consiguió Malbec sirvieron para construir los estadios de River Plate, en 1938 y de Boca, en 1940.
La Bombonera fue más rápida porque el presidente de Boca, Eduardo Sánchez Terrero era muy amigo del entonces presidente de la Nación, Agustín P. Justo, reconocido fana boquense. Por algo fue que para el año 34, el Regimiento de Infantería juró la bandera argenta en el campo del que sería la futura cancha de Boca Juniors. Sería el mismísimo Presidente Agustín P Justo, -quien llegaría al poder en el peor de los fraudes electorales, a colocar la piedra fundamental del nuevo estadio boqueases. Las diferencias estructurales que actualmente se observan entre los clubes son frutos de apoyos políticos que existieron poco tiempo después que el fútbol argentino comenzara a profesionalizarse. Ningún dirigente del poder hizo algo en 1991 por el primer club que casi desaparece víctima de la voracidad de sus acreedores, Temperley (Doc9), rescatado sólo por el amor de sus hinchas.
La historia no se repite… se parece. Parece poco serio que sea Julio Grondona, el presidente de tres décadas infames al frente de la institución máxima del fútbol argentino, -deporte del que salió el mejor jugador, Diego Armando Maradona (Doc9)-, mejorar la situación de los clubes, que como 1934, siguen sumergidos en las peores deudas al compás de los intereses de los clubes poderosos.