
Los padres de su propio monstruo fueron ellos. Nunca hubiese nacido, ni aparecido, ni para quedarse para siempre en la historia, sino fuera por ellos.
El modelo del país abastecedor de materias agrícolas y ganaderas, para el beneficio de unos pocos, desde 1810 al 2010 tuvo distintas caras y un mismo objetivo: una clase dominante, terrateniente y rica sobre otra esclavizada, dependiente y pobre. Fue esa misma clase que creó sus propios monstruos, primero el radicalismo y décadas más tarde, el peronismo.
Esa clase terrateniente, dueña de campos y estancias en su mayoría, amiga de dueños de medios periodísticos de turno y políticos corruptos, nunca pudo llegar al poder central sino era acudiendo a los cuarteles de los militares, principalmente el Ejército Nacional argentino. Nunca logró ganar el poder en las urnas democráticas.
Fue así, que se gestó el primer golpe de Estado contra el entonces presidente radical,
Hipólito Yrigoyen, en el año 1930, abriendo el camino a otros golpes que vendrían en distintos momentos de la historia argentina, siendo a dos gobiernos peronistas, el de 1955 a
Juan Perón y el más terrible genocidio, de 1976, a la entonces viuda de Perón, Isabelita, los que dejaron las peores consecuencias.
El 4 de junio de 1943, por el contrario, se gestó el segundo golpe de Estado de la historia argentina, que mal que le pese a más de uno, fue de algún modo, la salvación de un país destinado a ser vejado para siempre, por esa clase domínate…de este accionar militar trata este Apunte.
Es que el gobierno destituido en ese 1943, era el de un presidente,
Ramón Castillo, legítimo en cuanto a la conformación de las instituciones, corruptas en su mayoría, pero ilegal en los métodos de llegar al poder.
Castillo, era el último eslabón de una década –llamada infame- que interrumpió la incipiente democracia trece años atrás, cuando derrocó al radical Yrigoyen, líder popular que había llegado al poder en 1916, con las primeras elecciones presidenciales democráticas celebradas bajo la denominada ley Sáenz Peña.
Impotente por su incapacidad de vencer en las urnas, esa clase terrateniente, que calificaba como “la chusma radical”a la mayoría de los argentinos, y mismo calificativo -“aluvión zoológico” al peronismo-, se empeñó en retornar al poder como sea. Lo lograría, el 6 de septiembre de 1930 derrocando al Hipólito Yrigoyen, quien había sido reelecto en 1928.
Lo paradójico es que ese golpe de Estado contra la democracia, fue convalidado por la entonces Corte Suprema de Justicia. Y eso que los militares, también habían disuelto el Congreso Nacional. La clase dominante, burguesa, consiguió su cometido, e incluso, realizando el fraude que el 5 de abril de 1931 obtuvo la fórmula vencedora de la Unión Cívica Radical,
Honorio Pueyrredón-Mario Guido. Los comicios fueron anulados.
El dictador José Ubiruru, convocó a elecciones presidenciales, las cuales en el peor de los fraudes de toda la historia argentina desde la instauración del voto secreto y obligatorio, otorgó un triunfó cómodamente al binomio Agustín P. Justo-Julio A. Roca -(
link/Doc), hijo del matador de los pueblos originarios. Nacía la década conocida como infame.
En las presidenciales de 1938, tan fraudulentas como todas las elecciones que se celebraron en ese período, “triunfó” la fórmula
Roberto Ortiz-Ramón Castillo.
Ortiz era de origen radical y el vice Castillo, un prestigioso abogado catamarqueño del conservadurismo más recalcitrante, decidido a mantener el régimen fraudulento con el que Ortiz quería terminar. El vicepresidente siempre conspiró contra el presidente, práctica muy seguida en la Argentina actual.
Tras los duros tiempos que debió soportar Ortiz, asediado por su vice Castillo, presionado por sus complejos problemas de salud, terminó renunciando, luego de solicitar licencia, falleciendo muy poco tiempo después.
Dueño Castillo y los conservadores de la situación, con el salteño
Robustiano Patrón Costas como presidente provisional del Senado y por ende continuador en la cadena de mando, comenzó a pergeñar otras elecciones, tan o más fraudulentas que las otras, para las presidenciales de 1944.
La poca visión política de Castillo, la Segunda Guerra Mundial en pleno auge y la demanda, por ende, del mundo por las materias primas argentinas, fueron el hartazgo para un grupo de militares y el resto del pueblo.
Es decir, para el pueblo argentino y para sus fuerzas armadas, resultó intolerable el absoluto desprecio de la voluntad popular en democracia. Así nació el golpe de Estado de 1943, que terminó con un régimen producto del fraude y la violencia, que apuntaba a asegurar el poder en manos de esta clase dominante, probritánica y antidemocrática.
La Corte Suprema de Justicia también convalidó esta liberación de la Argentina. En febrero de1946, uno de los heroicos militares, Juan Domingo Perón, vencería en democracia a la fórmula
José Tamborini-
Carlos Mosca, de la Unión Democrática, integrada por el radicalismo, el socialismo, el comunismo, algún otro partido y los propios conservadores, de la clase dominante.
Esos militares de 1943, no dieron un golpe como sí lo fue el del 29 de marzo de 1962, al radical
Arturo Frondizi, perseguido por recibir a
Ernesto Che Guevara y convocar a elecciones en marzo de 1962, en las que triunfó el peronismo, cuya proscripción se había levantado casi totalmente. Frondizi fue forzado por los militares a anularlas, no obstante igualmente lo derrocaron. Este radical, había llegado al poder, votado en su mayoría por peronistas perseguidos y a merced de un pacto con el exiliado Juan Perón.
Tampoco, el de 1943 fue un golpe como sí lo fue el de 1966, cuando fue derrocado el radical
Arturo Illia, que más allá de llegar al poder sólo con el 22% de los votos y con un peronismo proscrito y perseguido, como lo había sido el radicalismo en la mencionada década infame, era un presidente elegido democráticamente.
Un párrafo aparte es el genocidio de 1976. Lo cierto es que la clase dominante, abanderada del modelo agroexportador de las vacas, de un país sin industria y trabajo para todos, golpeaba las puertas de los cuarteles para derrocar presidentes radicales o peronistas, elegidos por el voto democrático de la gente.
En 1943 hubo una liberación. Hoy, año 2010, no están más los militares para ser utilizados, pero sí son fuertes las corporaciones, como los medios monopólicos. Así como hubo entre las fuerzas armadas, patriotas que cambiaron el régimen de la oligarquía, entre los monopolios de los medios, deben existir periodistas que se jueguen, aún rompiendo con su explotador patrón que lo obliga a escribir mentiras. La mayoría no es la basura golpista que es
Mariano Grondona o un estúpido profesional como
Luis Majul.
Aquí el Apunte, este aporte, para seguir apuntando y analizando que modelo queremos para el país, adelantando el debate tras la muerte de ese gran estadista, a pesar de sus errores, que fue Néstor Kirchner (
link/Doc9), presidente de la Nación entre el 2003 y el año 2007.